Como un ritmo heterogéneo, diferentes estilos de funk han prevalecido en los últimos años, guiando el contexto social brasileño. Por ejemplo, en su versión ostentación, MCs con joyas, ropa de diseñador y coches lujosos, exponen y dialogan con los deseos de la población brasileña de bajos ingresos, jóvenes en una sociedad que exacerba el consumo. Este estilo prevaleció después del gobierno de Lula y en el boom de las commodities de los 2000, una época de mayor poder de consumo para las clases bajas en Brasil.
Alternativamente, en el funk gospel, el ritmo es acompañado de letras religiosas. El funk gospel, un estilo emergente, dialoga con la gran parte evangélica de la población brasileña que vive en las periferias del país.
En 2021, el funk consciente nunca fue tan necesario, ya que estaba muy bien elaborado en “Bum Bum Tam Tam”. En la misma dirección, otros ejemplos de funk consciente son 'Nunca fue suerte' y 'Di no a las drogas' que retratan luchas como la adicción, el racismo y la violencia policial.
Los principales medios de comunicación, los prejuicios culturales y el racismo estructural en la sociedad brasileña, son en gran parte responsables de los intentos de "criminalizar" el funk. El poder legislativo brasileño ha intentado sucesivamente censurar o prohibir este ritmo. Por ejemplo, en 2017, al considerar el funk como una “falsa manifestación cultural” y un “problema de salud pública”, y en 2019, al intentar restringir letras que contenían odio al Estado y la política.
Ciertamente, no podemos adoptar una postura meramente acrítica ante el funk. Muchas letras contienen un lenguaje violento sobre las mujeres, cosificando los cuerpos femeninos y, en casos extremos, haciendo apología de la violación. Asimismo, durante la pandemia, se registraron varios episodios de fiestas de funk abarrotados, a pesar de las medidas de distancia social.
Pero junto a las críticas, hay que reconocer el poder del funk para difundir un mensaje sencillo y coherente en la lucha contra el coronavirus. En lugar de intentar criminalizar el funk, debemos reconocer, repensar y defender su función social.
Hoy, Brasil está de luto por el caos público causado por la Covid-19, agravado por decisiones gubernamentales, negligencia y desinformación. Las poblaciones pobres y periféricas fueron las más afectadas por la crisis. En este contexto, “Bum Bum Tam Tam” toma la iniciativa para dilucidar un problema social urgente de desinformación sobre la vacuna contra la Covid-19. En 2021, cuando la verdad se ha vuelto escasa, el funk podría salvar a Brasil.
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