Al mismo tiempo, la dimensión racial de este problema revela cómo, además de imponer un constante estado social de temor, las desapariciones forzadas implican la creación de dos castas: las susceptibles y las no susceptibles de desaparición. Brasil, por ejemplo, documentó 80.000 desapariciones en 2019, un promedio de 217 desapariciones por día. La mayoría de las víctimas eran negras, jóvenes y pobres.
Casos emblemáticos como el de Amarildo, un trabajador negro y pobre que desapareció en 2012, causaron una fuerte conmoción pública a nivel nacional e internacional. Pero la verdad sobre el caso de Amarildo permanece oculta (o ignorada) por un sistema de justicia desigual, encubierto por los cientos de vidas diarias desaparecidas.
Por último, ante la preocupante situación de los afectados por las desapariciones, "Vivos" recuerda cómo los que quedan encuentran fuerza en la lucha por la justicia y por el fin de las estructuras de secuestro dirigidas por el Estado. Seis años después del caso, los amigos y familiares de los 43 de Ayotzinapa siguen saliendo a la calle bajo el lema "Vivos se los llevaron, vivos los queremos". Inevitablemente, estas palabras hacen eco de los movimientos históricos latinoamericanos, como las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, que luchan hace cuatro décadas por la verdad sobre sus hijos desaparecidos durante la dictadura militar del país.
Como un documental sobre los que se quedaron, "Vivo" nos recuerda que, después de décadas de democracia, el estado de derecho en América Latina sigue en construcción. La lucha por la justicia y la verdad debe ser uno de los pilares de la lucha social.
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