
De izquierda a derecha Xi Jinping (China), Solís (Costa Rica), Correa (Ecuador), y Gladstone (Bahamas), en una cumbre en Pekín, China, en enero de 2015. AP Photo/Ng Han Guan).
“Venezuela no prolongará indefinidamente su deuda” era el titular de un reciente editorial del Diario del Pueblo, portavoz oficial del Partido Comunista Chino. El artículo, tras esta afirmación atrevida, da muestras de realpolitik: “Cualquier país, independientemente de la ideología del partido en el poder, prioriza el desarrollo económico y la mejora de las condiciones de vida de su gente. ¿Qué país del mundo no desearía subirse al tren expreso chino hacia el desarrollo económico?”
Este editorial oficial era la respuesta a una oleada de especulaciones (mayormente en los medios sociales) sobre la solvencia del gobierno venezolano, en el contexto de una economía que se tambalea, que podría precipitar la caída del gobierno chavista que, durante más de una década, ha mantenido vínculos de amistad con Pekín.
El editorial del Diario del Pueblo señala, en primer lugar, que “hasta el momento, Venezuela no ha incumplido ningún vencimiento ni tampoco los términos del acuerdo”. Luego estima que el país sudamericano cuenta con unos 300,000 millones de barriles de crudo, aproximadamente el 18% de las reservas mundiales de petróleo, que podrían durar “al menos otros 300 años”, con un potencial de monetización elevado. El editorial concluye afirmando que un posible cambio en el gobierno en Caracas no agriará las relaciones bilaterales. La oposición y los chavistas pueden “permitirse disputas políticas”, pero la sociedad venezolana en su conjunto cree que las inversiones y la tecnología china son muy importantes y que “es necesario continuar la cooperación con China”.
El declive de la izquierda
Esta preocupación por la deuda tiene como telón de fondo cambios políticos más amplios en América Latina: después de más de una década de predominio de gobiernos de tendencia izquierdista en el continente, ahora son los partidos de centroderecha los que están llegando al poder. En Argentina, la alianza Cambiemos de Mauricio Macri puso fin a más de una década de kirchnerismo (una de las ramas del movimiento peronista); en Brasil, la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, fue suspendida temporalmente de sus funciones mediante un proceso de juicio político y sustituida interinamente por el liberal Michel Temer; en Venezuela, el sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, se enfrenta a una crisis económica sin precedentes y a una presión creciente para que abandone el cargo tras la victoria de la oposición, por abrumadora mayoría, en las elecciones a la Asamblea Nacional el año pasado; en Cuba, el gobierno de Raúl Castro restableció vínculos diplomáticos con Estados Unidos y puso fin a décadas de embargo económico.
La llamada “marea rosa” de gobiernos izquierdistas que llegaron al poder de manera arrolladora con el cambio de siglo, encabezados por Chávez en Venezuela y Lula da Silva en Brasil, se benefició de un periodo de precios elevadísimos de las materias primas, que la demanda china no hizo sino aumentar. Los países ricos en hierro, cobre, soja y aceite orientaron sus políticas de desarrollo hacia la extracción y exportación de estos recursos, aparentemente sin preocuparles demasiado una eventual caída de precios ni los costos ambientales. Los medios occidentales se apresuraron a reprobar la gestión de recursos de la izquierda latinoamericana y su dependencia de China.
Pragmatismo diplomático
El ministro chino de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, ha reconocido los cambios que se han producido en el panorama político latinoamericano, aunque ha destacado que “la política china de fomento de la cooperación con los países latinoamericanos continúa inalterada”.
En un comunicado de prensa oficial tras una reunión con su homóloga argentina, Susana Malcorra, en Pekín el 19 de mayo, Wang dijo que aunque el volumen del comercio de materias primas entre China y América Latina “ha caído ligeramente”, las dificultades con las que se enfrentan los países latinoamericanos son “temporales” y la cooperación en inversiones, finanzas, capacidad productiva e infraestructuras continuará.
Malcorra, en representación del gobierno de Macri, estuvo en Pekín para ratificar los acuerdos en materia de infraestructuras firmados por la administración anterior. A pesar del deseo de “revisar” ciertos aspectos de los acuerdos, el nuevo gobierno argentino enfatizó su firme deseo de “ratificar la alianza estratégica con China”.
Tribulaciones venezolanas
El Financial Times informó que funcionarios chinos se habían reunido con miembros de la oposición venezolana para asegurarse de que el país honorará sus deudas incluso en caso de un referendo de destitución que limite la gestión del presidente Nicolás Maduro. El gobierno chino lo negó al día siguiente. El Financial Times también informó que Venezuela había solicitado una moratoria para su deuda, equivalente a 65.000 millones de dólares.
No existen datos oficiales del monto exacto ni tampoco de los términos de la deuda del lado chino y los medios —tanto comerciales como oficiales— citan fuentes de noticias extranjeras a la vez que niegan su credibilidad. El editorial del Diario del Pueblo culpaba a los “medios occidentales” por insistir sobre este tema, afirmando que cuando la seguridad financiera y energética están en juego, “es práctica habitual mantener en secreto los detalles de los acuerdos”.
“La actual crisis venezolana intranquiliza en Pekín”, dice Antonio Hsiang, director del Centro de Estudios Económicos y Comerciales de Latinoamérica de la Universidad de Tecnología de Chihlee. Aunque la cooperación Sur-Sur no se basa necesariamente en la ideología, si un símbolo como Venezuela incumpliese el pago de su deuda, el fracaso del modelo de “dinero por petróleo” representaría un duro golpe para la diplomacia china en América Latina, asegura Hsiang. Añade que los “gobiernos izquierdistas tienen tendencia a la retórica antiestadounidense” y agrega que el cambio político actual en Latinoamérica implica una pérdida de poder de Pekín en el hemisferio occidental: “Estamos perdiendo camaradas en la esfera diplomática”, concluye.
Adaptarse al cambio
“En los próximos cinco a diez años, los gobiernos de derecha tendrán un papel fundamental en la política latinoamericana” según predicción del anuario 2015 del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales. El anuario (no disponible en línea) destaca dos tendencias principales: “Grandes cambios políticos en ciernes y un descenso de la actividad económica general.” En relación a la transición de izquierda a derecha, el anuario destaca que se trata de un cambio “estable” dentro de los marcos legales constitucionales existentes y que, por lo tanto, la estabilidad política en general se mantiene. “La izquierda latinoamericana se enfrenta a su mayor desafío en una década, los partidos de derecha están ganando terreno y la izquierda ha sufrido un revés en Argentina, Venezuela y Brasil”, dice la publicación y resalta que “se están dando cambios profundos en el panorama político de la región”.
Zhang Fan, investigador en relaciones internacionales del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales, cree que han empezadoa profundizarse las divisiones diplomáticas en la región. En el resumen para la prensa del anuario se cita a Zhang afirmando que “El restablecimiento de vínculos diplomáticos entre Cuba y Estados Unidos y el ajuste de la política estadounidense hacia los gobiernos latinoamericanos de izquierda son claras señales de la continua influencia de factores extra regionales en la región”. Y señala que la prioridad diplomática de los países latinoamericanos es mantener estrechos vínculos con los países del hemisferio occidental.
Frente a estos cambios, el anuario sugiere que China debería llevar a cabo ciertos “reajustes en sus políticas” y una “reorientación estratégica” en América Latina. Apostando claramente por el pragmatismo, el anuario sugiere además una mayor cooperación en proyectos de infraestructuras para ampliar el comercio bilateral y las relaciones comerciales.
El fin de un ciclo
“El ciclo hacia la izquierda en América Latina está llegando a su fin”, reconoce He Shuangrong, también investigador sobre América Latina de la Academia de Ciencias Sociales, en un artículo sobre el sitio web del Departamento Internacional del Comité central del Partido Comunista de China. "Los pilares de la izquierda latinoamericana" - a saber, Venezuela y Brasil - "se enfrentan a grandes crisis internas, con lo que la izquierda en la región se encuentra ahora descabezada", afirma.
El trabajo, publicado el 27 de abril bajo el título “¿Resurgirá nuevamente la izquierda latinoamericana o comenzará un nuevo ciclo político?”, no trata de la preocupación por el pago de la deuda o de la reafirmación de un pragmatismo apolítico, sino de la caída de los supuestos aliados ideológicos en el hemisferio occidental.
El centroderecha ha ganado elecciones consecutivas en la región tras errores en las políticas llevadas a cabo durante la gestión de la izquierda, dice el artículo, y una desaceleración económica mundial. Wu Baiyi, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales, desde una perspectiva a largo plazo de los procesos electorales, “inherentemente cíclicos”, apunta a que “la base popular de la izquierda en América Latina permanece esencialmente intacta”.
“Si los gobiernos de derecha no logran encontrar la manera de salir de la desaceleración económica, […] es muy probable que la izquierda latinoamericana se levantará de nuevo”, dice Wu.
Este artículo fue publicado previamente por Diálogo Chino.
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