Independientemente de cuál haya sido el verdadero resultado de las elecciones del 2019, el acuerdo fue repetirlas cuanto antes, y en octubre de 2020 los bolivianos reforzaron su apoyo a Morales y al MAS. Entonces, Arce ganó la disputa electoral en la primera vuelta con más de 3.3 millones de votos, frente a 1.7 millones de Carlos Mesa y a 862.000 de Luis Fernando Camacho, demostrando que el apoyo popular a la coalición de izquierda en el país es muy grande.
Aún así, miles de personas tomaron las calles de diferentes ciudades de Bolivia el lunes 15 de marzo, para protestar por la detención de la ex mandataria, enarbolando pancartas con mensajes como: “No fue golpe, fue fraude”.
Entre los que apoyan a Áñez, se encuentra el ultraderechista Camacho – que fue elegido gobernador de Santa Cruz con más de 55% de los votos la semana pasada y que fue su aliado en la maniobra que forzó la renuncia de Morales en el 2019 y la llevó al poder – y la Organización de Estados Americanos (OEA), que se manifestó en su favor a través de su cuenta de Twitter.
“El Instituto CASLA hace un llamado al gobierno de Luis Arce para que cese la persecución, acoso e intimidación contra ciudadanos que están siendo perseguidos y judicializados sin garantías constitucionales, violando el derecho a la presunción de inocencia, el debido proceso y el derecho a la defensa”, dice el comunicado.
Sin embargo, la OEA es duramente criticada en muchos frentes por su rol en las elecciones del 2019. A través de un informe, días después de las elecciones, la organización declaró que Morales había cometido “manipulación dolosa”, una conclusión que el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) evalúa que fue basada en una “muestra altamente sesgada”.
El posicionamiento actual de la OEA es interpretado por muchos como la implementación de su agenda de derecha para América Latina.
La politización del judicial
Por otro lado, las acciones de Arce y de su administración profundizan la creciente instrumentalización política del poder judicial. En septiembre de 2020, Humans Rights Watch acusó a Áñez de usar el sistema judicial de Bolivia para llevar a cabo su agenda política.
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