El 11 de septiembre de 1973, el grupo de hombres más próximos al presidente Salvador Allende optó por quedarse con él defendiendo La Moneda, el palacio de gobierno chileno. Fueron detenidos; los llevaron a un regimiento, los torturaron y dos días después los trasladaron a un recinto militar en Peldehue, en las afueras de Santiago. Ahí los fusilaron uno tras otro y, finalmente, lanzaron granadas a la fosa para pulverizarlos.
Entre los 23 asesinados estaba Claudio Jimeno, sociólogo, cercano asesor de Allende. A casi 50 años del golpe de Estado en Chile, su hijo mayor, Cristóbal Jimeno, decide hacer pública por primera vez la historia de Claudio y de su familia. Así nació el libro “La Búsqueda” (editorial Planeta), una publicación que constituye un ejercicio de memoria colectiva y que apunta a reflexionar de manera pausada y sin afanes políticos sobre el respeto de los derechos humanos.
Cristóbal es un reconocido abogado litigante en Chile, con estudios en la Universidad de Columbia y la Northwestern University. Escribió este libro junto a su mujer, la periodista de investigación de la Universidad de Berkeley Daniela Mohor. En un trabajo que demoró más de tres años en completarse y que entrelaza relatos y reflexiones personales con una acuciosa investigación, reconstruyeron la historia de Claudio y de su desaparición junto al resto de los llamados “detenidos de La Moneda”. El libro también revela los esfuerzos incansables de Cristóbal y de su familia por encontrar a Claudio, dar con los responsables de su muerte y, a la vez, sobrevivir sin odio.
Cristóbal responde aquí preguntas en una entrevista exclusiva para democraciaAbierta.
José Zepeda: Su padre, Claudio, asesor principal de Salvador Allende, decidió quedarse junto al presidente en La moneda, pese a que el mismo mandatario quiso echarlo del palacio. Él sabía que el odio acumulado de la derecha abría la puerta a lo peor. Y por lo que dice el libro, incluso antes del golpe de Estado estaba decidido que todos los que integraban el círculo que rodeaba al presidente debían ser eliminados. ¿Por qué la saña, por qué el asesinato, por qué la desaparición?
Cristóbal Jimeno: Efectivamente, mi padre se dio cuenta de que el Golpe era inevitable, desde los primeros meses del año 1973. Él lideraba el Centro de Estudios de la Opinión Pública, que proveía al presidente de información sobre la realidad política del momento y las tendencias del electorado. Entonces contaba con datos sociológicos que indicaban que la sociedad chilena iba polarizándose cada vez más y que la violencia como medio de acción política se hacía cada vez más frecuente. Ejemplo de esto fueron el asesinato del comandante en jefe del ejército René Schneider en octubre de 1970, el intento de golpe que hubo en el Regimiento Blindado N.2 ¾conocido como el Tanquetazo¾ en junio de 1973, el asesinato del edecán del presidente capitán de navío Arturo Araya en julio de 1973, así como los enfrentamientos entre grupos extremistas en las calles de Santiago y del país.
Los testimonios que recabamos fueron coincidentes en que Claudio aconsejó moderar el avance de las medidas de gobierno, pero, en esto no me engaño, no tuvo la suficiente influencia política para lograrlo. Tenía sólo 33 años, no creo que haya podido hacer mucho más. Esa responsabilidad era de otros dirigentes con mayores competencias políticas. Muchos de ellos en vez de calmar los ánimos, los enardecieron aún más.