El gobernador de Roraima y aliado de Bolsonaro, Antonio Denarium, además de negar que la minería es responsable, argumentó que la solución para la crisis es hacer “evolucionar” a los indígenas. “Las comunidades indígenas, los pueblos indígenas, también tienen el deseo de evolucionar y tener su tractor, tener su coche, tener una antena parabólica, asistencia sanitaria, también quieren una educación de buena calidad", defendió.
Además de hambre y desnutrición, los Yanomami también son víctimas de negligencia sanitaria. Evidencias preliminares indican el posible desvío de fondos destinados a las unidades de salud indígenas del Estado. Como consecuencia, centenas de niños Yanomami fueron víctimas de enfermedades tratables y evitables, como diarrea, malaria e infección por parásitos. Wellington Dias, ministro de Desarrollo Social del nuevo presidente Luiz Inácio Lula da Silva, investiga la posibilidad de que el desabastecimiento de la reserva indígena haya sido deliberado.
El papel del Ejército
Más allá del resultado de cualquier investigación judicial en busca de responsables específicos, la catástrofe humanitaria tiene su raíz en la estructura política brasileña que se dibujó delante de nuestros ojos.
El trabajo, aunque se haya consolidado bajo el gobierno Bolsonaro, empezó con su antecesor, Michel Temer, que reemplazó a Dilma Rousseff luego de su destitución. “Cuando asumió Temer (…) el Ministerio de Justicia actuó para reducir la posibilidad de participación y esta gobernanza (indigenista) comenzó a actuar de forma mucho más lenta”, dijo una exfuncionaria de la Fundación Nacional del Indio (Funai).
Pero el golpe bajo de Bolsonaro fue muy duro y rápido. Su primer ministro del Medio Ambiente, Ricardo Salles, amenazaba frecuentemente con fusionar el ministerio con el de Agricultura. Bolsonaro también llenó los órganos indigenistas y ambientalistas con miembros del Ejército afines a su ideología.
Durante su mandato, los militares se negaban a implementar planes establecidos por los especialistas sin autorización del gobierno federal. De esa forma, Bolsonaro se aseguró el control de las políticas implementadas en la Amazonía, tanto a lo que se refiere a la protección del medio ambiente cuanto de los derechos indígenas, una vez que estos órganos funcionaban con relativa autonomía bajo gobiernos anteriores.
De hecho, los militares del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) nunca ejecutaron un plan para echar a los mineros de la tierra indígena Yanomami, después de una sentencia judicial de mayo del año pasado que debía combatir los crímenes que se venían sucediendo en la reserva. No sorprende que los coroneles responsables de implementar esas medidas fueran nombrados por Salles y su sucesor, Joaquim Leite.
Acusaciones de genocidio contra Bolsonaro
La tragedia de los Yanomami refuerzan la tesis de que las acciones y políticas puestas en marcha durante el gobierno Bolsonaro equivalen a una práctica de genocidio. Aunque el expresidente se haya burlado del término, comúnmente utilizado por sus detractores, Bolsonaro ha sido formalmente acusado de genocidio en la Corte Penal Internacional de la Haya diversas veces por su gestión de temas indígenas, y durante la pandemia de Covid-19.
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios