#InternetEnZonasRurales: “De 200, me he podido comunicar con 10 de mis estudiantes”
Bárbara Uribe, profesora en Carepa, Antioquia de Enseña por Colombia, estuvo conversando con demoAbierta sobre la educación en Colombia y sobre cómo esta pandemia del Covid-19 ha resaltado la desigualdad del país, suscittando distintas iniciativas y reflexiones.
Cuéntanos un poco sobre Enseña por Colombia: cómo llegaste allí y qué haces específicamente dentro de la organización.
Soy profesora en el Urabá antioqueño, llevo ya un año allí en el municipio de Carepa. Soy profesora en una vereda rural que queda a más o menos una hora de Carepa. Hago parte de la organización Enseña por Colombia, es decir que soy “Eco”, porque así nos llamamos los profesores de Enseña. Esta es una organización que busca contribuir a mejorar y transformar la calidad educativa en Colombia y lo hace escogiendo a profesionales de diferentes áreas para que se vayan dos años a ser profesores en el territorio. Durante este tiempo, nos forman en pedagogía, liderazgo y justicia social. Es un programa que busca generar una red de personas que vivan la experiencia de primera mano de ser profesores para poder después aportar desde diferentes frentes.
¿Qué ha sido lo que más te ha marcado en esta experiencia?
¡Son mil cosas! Primero, hacer parte de esta organización es una suerte gigante, porque es encontrarte con personas que tienen un propósito muy claro. Estar ahí es impresionante, porque uno aprende todos los días de todas estas personas con las que tengo el privilegio de trabajar.
De mi experiencia como profesora, diría que es ver la educación en Colombia, y al país en general, desde la abundancia y no desde la escasez. Pienso que hemos crecido con todas estas dinámicas de guerra que nos hacen pensar que somos un país que le falta mucho y nunca nos damos cuenta de todo lo que tenemos. Tenemos una capacidad humana impresionante, una resiliencia de la gente increíble, y una gran generosidad: la gente, sobre todo en las zonas rurales, es de una generosidad inmedible. A los estudiantes puede que les falten muchas cosas, pero lo que tienen lo quieren compartir. Eso es algo que a mí me ha marcado muchísimo.
Has vivido en carne y hueso la desigualdad en el acceso a la educación que se vive en Colombia, cuéntanos un poco sobre esto.
El sector educativo es uno de los sectores con menos presupuesto históricamente en el país, y eso se nota desde lo más obvio hasta aquello poco visible. En temas de infraestructura, a los colegios públicos y sobre todo alejados de los cascos urbanos, les faltan aulas, les faltan sillas, les faltan cosas tan básicas como el acceso al agua potable. Los niños no tienen transporte, caminan muchas horas, debajo de mucho sol, para poder llegar al colegio. Y esto es lo obvio.
Pero hay muchos otros retos de calidad, porque por más que hayamos mejorado en cobertura, ésta no necesariamente significa calidad educativa. Si al niño le falta desayuno, si vive abuso sexual en la casa, si tiene problemas de violencia intrafamiliar, si tiene unos papás que no están pendientes de él, pues no va a estar aprendiendo así tenga la posibilidad de ir al colegio. Esto hace que la brecha entre los niños que tienen sus necesidades básicas aseguradas y los que no siga creciendo, aunque el niño esté yendo al colegio, porque no van a tener la mentalidad de aprender igual que los niños que están bien en la casa. Aquí es donde se ve la inequidad.

La coyuntura actual de la pandemia del COVID-19 obligó al gobierno a cerrar los colegios públicos y a pasar a clases virtuales. ¿Cómo se tomó esta medida en la comunidad donde enseñas?
Es un reto muy grande porque en la comunidad donde yo estoy no hay conectividad, entonces los niños no tienen cómo conectarse a internet. En unas veredas de aproximadamente 700 personas, solo en una de esas veredas hay un computador. Por eso, estos planes de que la educación sigue virtualmente se convierten en una utopía para la mayor parte del país, porque lo que yo estoy viviendo seguramente lo están viviendo otros muchos profesores. Además, el sistema en sí no está preparado - algunos profesores, aún teniendo conectividad, saben lo básico, falta mucha capacitación en las TICs. De pronto saben mandar un mensaje de WhatsApp, pero ya trabajar con estas plataformas que está habilitando el gobierno se vuelve un reto muy grande.
También es un reto para los estudiantes que logran tener acceso a internet, que son muy pocos de todas maneras: en mi vereda, me he podido comunicar con 10 de los 200 estudiantes con los que trabajo, que son los que tienen datos. Ellos me han ayudado a replicarle la información a otros que viven cerca pero no he logrado llegar a más de 30. Al tener viviendas con condiciones tan deficientes y al vivir tan cerca unos de otros, el confinamiento no es real en la ruralidad. Igual, ha sido maravilloso porque les he podido compartir audios, fotos, ejercicios de meditación, consejos, y seguimos en contacto, que es lo más importante en este momento. Pero más allá de esto, el reto es gigante para el lugar en donde trabajo y para la mayoría de los profesores de Enseña por Colombia y del país que no tienen cómo seguir educando sin internet.
La medida gubernamental impulsó a que se iniciara la campaña #InternetEnZonasRurales, en la cual has participado. Cuéntanos sobre esta campaña.
Cuando comenzó todo esto del confinamiento y el Ministerio dijo que efectivamente la educación tenía que seguir por medios virtuales, todos los Ecos de Enseña por Colombia, alumnis - es decir, profesores que ya han pasado por el programa y siguen trabajando en temas de educación desde otros frentes - y el staff de Enseña, empezamos a pensar en una solución con un sentido de urgencia muy grande. Paralelamente, una fundación que se llama Planeta Rural, también se estaba pensando esto y sacaron esta campaña “#InternetEnZonasRurales” y una petición nacional pidiéndole al Ministerio de Telecomunicaciones y a Asomovil, que habilitara un plan de datos sencillo para que los estudiantes de zonas rurales pudieran seguir estudiando.
Ya estamos tratando de mover esta campaña; de hecho, ya hay una página de Change.org para que la gente se una. Entre más presión y más firmas tengamos, buscamos que nos pongan atención, pues estamos pidiendo algo muy básico: es simplemente que los estudiantes puedan tener WhatsApp. Nos hemos dado cuenta que WhastApp es la aplicación que más ha funcionado para todos los profes y para la ruralidad, y además es la aplicación más barata porque utiliza muy poquitos datos, comprime todas las fotos y todos los audios y es la manera en la que podemos continuar con el seguimiento de los estudiantes. Sabemos que no es igual al colegio, y tampoco es lo que esperamos, pero sí ayudaría muchísimo a poder por lo menos comunicarnos con ellos.
Desde mi experiencia, y creo que todos los profesores podrían estar de acuerdo: una, más que profesora, es compañera para muchos niños que no tienen con quien hablar en sus casas o que tienen problemas gigantes con sus familias. Poder seguir en contacto con ellos en este momento es muy importante. Hay un tema muy puntual donde las niñas en situaciones de crisis son muy vulnerables. Por ejemplo, en Sierra Leona con la crisis del ébola, las niñas comenzaron a tener más problemas de violencia sexual y de embarazo a temprana edad, porque no tenían con quien hablar o pensaban que el mundo se iba a acabar y pensaban que tenían que empezar una familia rápido, o el estar encerradas con su abusador hacía las dinámicas peores. Creemos que tener un manera de comunicarnos en donde el profesor pueda todos los días preguntarle cómo está, qué ha pasado y cómo se siente, contarle que hay unas rutas de acción y líneas de emergencia, es muy importante.
Por eso, esta campaña lo que busca es que nos ayuden a habilitar unos planes de datos muy básicos para poder seguir en contacto con nuestros estudiantes. El tema con esto también es que muchos pueden desertar del colegio porque se pueden sentir abandonados por el colegio, que ya no tiene sentido seguir después de tantos días sin contacto alguno con los profesores. Es crucial hacerlos sentir parte de algo, hacerles sentir que ellos son importantes, que su educación es una prioridad y sigue adelante.
¿Qué reflexión te deja, no solamente el tener que buscar cómo seguir educando virtualmente, sino también la experiencia de enseñar en Carepa?
Puntualmente y en esta coyuntura, me he dado cuenta que los colegios son mucho más que el espacio físico. Como te contaba ahorita, este tema que uno hace de mamá, papá, amigo, consejera, psicóloga, etc, y que la educación, más allá de seguir mandando talleres, es estar presente en ese crecimiento de los niños, niñas y jóvenes que uno atiende.
También nos hemos cuestionado mucho, mis compañeros y yo, qué es esencial en estos momentos, y qué es importante que los niños aprendan para su presente y su futuro en un momento de crisis. Esto cuestiona muchas cosas de la educación tradicional; en teoría, hemos dicho muchas veces que son muy importantes las habilidades para la vida, las habilidades socioemocionales y que éstos tienen que ser temas transversales en el colegio. En la práctica, esto no pasa tanto, y en momentos de crisis como esta, es cuando los niños necesitan esas habilidades, que a veces dejamos de lado por seguir unas mallas o un currículum estricto. En este momento todas las preguntas que todavía no tiene resuelto el colegio, salen a flote y se evidencian más. ¿Qué es realmente importante enseñar? ¿Qué hacemos con la brecha tan tremenda de inequidad educativa? ¿Cómo la disminuimos?
¿Qué tan importante es que un niño o una niña sepa, en este momento, cómo colorear dentro de la línea? De pronto sí es importante, pero es más importante que sepa respirar y que pueda controlar su ansiedad cuando va a estar encerrado, de pronto, por muchos meses.
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Para firmar la petición de #InternetEnZonasRurales, siga este link.
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