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Libertad de expresión y libertad “post-expresión” en Mozambique

A pesar del asesinato de un activista, del procesamiento de un académico o de la intervención sistemática de analistas a favor del régimen, la libertad de expresión en Mozambique empieza a ser posible. Português

Dércio Tsandzana
14 marzo 2016
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Filipe Nyusi,el actual presidente de Mozambique. Adrien Barbier/Wikimedia Commons. Some rights reserved.

Preguntarse por la libertad de expresión en Mozambique puede parecerles a algunos una pregunta fuera de lugar. Pudiera pensarse que el país tiene otros problemas mucho más urgentes y  pocos se pararían a pensar en este asunto. Sin embargo, la cuestión es tanto o más relevante que en cualquier otro lugar del continente africano. 

La liberalización de la comunicación social en Mozambique tuvo lugar al inicio de 1990, momento en el que el país se estaba transformando en un sistema pluralista. La primera Constitución multipartidaria (1990) consagra en su artículo 74 la libertad de imprenta y el derecho a la información.

Mientras el régimen disponía de un único partido político, el Jornal Noticias y el Domingo, los dos principales periódicos del país, tenían una naturaleza estatal. Pese a que desde entonces se han convertido en periódicos privados, estos medios aún son controlados por el gobierno. Esta conexión se refleja no solo por el control que ejerce el Estado sobre contenido, sino también en la estructura accionarial, siendo el socio mayoritario el Banco de Mozambique.

Con las trasformaciones políticas y jurídicas, emergieron nuevos medios de comunicación privados al margen del control del Estado. Entre estos, destacan los periódicos Zambeze, Magazine Independente, Canal de Mozambique, Público, Sol do Índico, así como una serie de estaciones de radio y televisión privadas.

Problemas de fondo

El periodista Ernesto Nhanale (2014) defiende que uno de los problemas que afecta la imprenta escrita es el hecho de que no promueve una ciudadanía activa en Mozambique. Esto se explica no solo por la difícil sustentabilidad de las empresas de comunicación, sino también por la naturaleza de los lectores. La mayoría de los periódicos nacionales son distribuidos en los principales centros urbanos, como en la capital Maputo, donde se venden más de la mitad. Más allá del problema de distribución, los altos niveles de analfabetismo y el débil poder de compra están entre los principales problemas que afectan el pleno desarrollo de una prensa escri en Mozambique.

e Pero una Ley de Imprenta per se no garantiza nada, y es sumamente difícil establecer una diferencia objetiva entre la misma y la libertad de expresión propiamente dicha. Asociando a Libertad de Imprenta a la Libertad de Expresión, se aprobó la Ley del Derechos a la información de diciembre 2014, pero su despliegue en encuentra sólo en sus inicios y no es evidente.  

La poca aplicabilidad de esta ley refuerza el argumento de que existe un problema con el acceso a la información en varios órganos públicos, sobre todo en zonas rurales y apartadas de las grandes ciudades, donde los gobernantes y funcionarios públicos se comportan como dioses y dueños absolutos de toda información pública.

 

Violaciones de la libertad de expresión

Varios casos de violación de la libertad de expresión y del derecho a la intimidad han emergido en los últimos tiempos.

Un primer ejemplo fue el proceso interpuesto contra el investigador e académico Carlos Nuno-Castel Branco, que en 2013 redactó en su página de Facebook una carta en la que criticaba la (mala) gestión del anterior presidente, Armando Guebuza. La carta fue escrita y publicada en su red social, pero tuvo gran repercusión en renombrados periódicos en Mozambique. El caso terminó en juicio, aunque  el acusado acabaría por ser declarado inocente.

Un segundo ejemplo, relativo a  la emergencia en el espacio político Mozambiqueño de analistas pro-régimen, es paradigmático de una manera de funcionar poco democrática. Dichos analistas oficialistas emplean diversos medios de comunicación para defender sistemáticamente el partido en el poder, el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique), así como el Gobierno. E Compuesto por 40 analistas, este grupo ha quedado conocido como el “G-40”. Fue creado en un principio para defender los intereses del gobierno, encargándose de la la minimización de la crisis de imagen y de representatividad que padecía el régimen, y tomó fuerza en el último año en el cargo del Presidente Guebuza, que abandonó el poder en 2014.

Un tercer caso a tener en cuenta, implicando tanto la violación de la libertad de expresión como de los derechos humanos, fue el asesinato del constitucionalista Gilles Cistac en marzo de 2015. De acuerdo con varias voces autorizadas, entre ellas Alice Mabota, Presidenta de la Liga Mozambiqueña de Derechos Humanos, Cistac fue asesinado debido a sus críticas al gobierno.

Libertad “Post-Expresión”

Pese a que el país registra un aumento en los niveles de participación cívica, sobretodo en el debate público, sigue existiendo un enorme desafío para lograr la plena implementación de la libertad de expresión. De acuerdo con una máxima usada, “en Mozambique hay libertad de expresión, pero no hay libertad post-expresión”. La libertad post-expresión puede ser entendida desde dos perspectivas: desde la perspectiva de la seguridad o desde una perspectiva política.

Desde el punto de vista de la seguridad, ya hemos dado algunos ejemplos de cómo aquellos ciudadanos que se atrevieron a criticar públicamente el gobierno fueron reprimidos, llegando incluso a suponer violaciones de los derechos humanos.

Desde un punto de vista político, la represión tiene como víctimas aquellos ciudadanos que se reconocen públicamente como defensores de otros partidos políticos o movimientos sociales. Las represalias pueden tener un carácter económico o social. Muchos de ellos son excluidos de determinados beneficios por identificarse con un partido político que no sea el del gobierno. Esta partidización de la función pública tiende a ser explicada por la fuerte conexión que une el Estado y el partido en el poder, el FRELIMO.

En algunas zonas del país, hay partidos políticos a los que se impide realizar actividades básicas, tales como instalar sede o realizar reuniones políticas. Esto afecta particularmente al Movimiento Democrático de Mozambique (MDM) y el RENAMO, el mayor partido de la oposición.

Los problemas que afectan la libertad de expresión en Mozambique no acaban aquí. Las instituciones de justicia y de las organizaciones cívicas que deberían velar por el pleno disfrute de la libertad de expresión fallan a la hora de cumplir su cometido.

El sector de la justicia está plagado de actores pro-régimen. La gran influencia política que recae sobre los tribunales está a la vista de todos. El nombramiento del Fiscal General del Estado directamente por el Presidente de la República deja pocas dudas sobre la influencia de la esfera política en la administración de la justicia.

Libertad de expresión plena

La libertad de expresión no puede ser una cuestión formal, ni fundamentarse tan solo en la existencia de leyes y de buenas intenciones. Es necesario que se garantice la seguridad y libertad de los ciudadanos para participar en el debate público, y la independencia de los tribunales para garantizar que dicha libertad sea plena.

Para que esto ocurra, es necesario que los ciudadanos continúan ejerciendo presión sobre el Estado, para que el mismo reconozca efectivamente el derecho de los ciudadanos al disfrute de la libertad de expresión, tal como lo reconoce la ley y la Constitución.

Se debe pasar de las buenas intenciones a la acción. Existen en Mozambique voces y movimientos que luchan por la promoción de la libertad de expresión, destacando la Liga Mozambiqueña de los Derechos Humanos y el Parlamento Juvenil que en los últimos años han promovido acciones ciudadanas en defensa de la libertad de expresión y el pleno ejercicio de la misma.

Varias protestas populares han tenido lugar en los últimos años, como la que tuvo lugar contra los secuestros y la inseguridad en 2013. O las protestas contra el racismo y la xenofobia, y la protesta contra el gobierno por el asesinato de Gilles Cistac en 2015.

Juntamente con estas movilizaciones, la emergencia de una prensa privada robusta e independiente del poder político indica el camino a seguir por Mozambique. Garantizar que la libertad de expresión pasa de ser una formalidad a ser una realidad no será fácil. Sin embargo, reconocer que aún hay mucho por hacer es el primer paso de un largo camino que hay que recorrer.

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