
“Necesitamos que la esperanza venza el miedo,” Francia Márquez, candidata a la presidencia de Colombia
democraciaAbierta habló con Francia Márquez sobre cómo planea llegar al puesto de mayor poder del país

El 29 de Mayo de 2022, los y las colombianas volverán a las urnas para elegir un nuevo presidente o presidenta de la república. Francia Márquez, reconocida líder social y ambiental, hizo pública su candidatura el pasado 5 de abril 2021, avalada por el movimiento feminista colombiano.
Con un lema claro, "instaurar la política de la vida", Márquez aspira a ser la primera mujer presidenta de Colombia. Hablamos con ella para conocer mejor cómo espera lograr su objetivo.
democraciaAbierta (DA): Su nombre se hizo conocido a nivel nacional en el 2018 al ganar el Goldman Environmental Prize. Sin embargo, desde mucho antes, había trabajado a favor de su comunidad y en contra de la minería. Tanto así, que en 2014 tuvo que salir desplazada de su territorio por su trabajo en este tema. Con esto en mente, ¿Qué es lo más difícil de ser una candidata mujer, negra en Colombia? ¿Y ser una candidata asociada con un solo tema como el medioambiental?
Francia Márquez (FM): ¿Cuál es el mayor desafío que tenemos al impulsar esta candidatura en un país como Colombia? Primero, quisiera decir que nosotras no somos minoría como mujeres. Somos las mayorías y es desde esas mayorías desde dónde nos vamos a parar: mayorías excluidas, mayorías violentadas, mayorías expropiadas en su condición humana. Es desde ahí desde donde vamos a impulsar la necesidad de parir una política que se ponga al servicio de la vida.
En segundo lugar, yo creo que, efectivamente, hay desafíos muy grandes, y uno de esos es hacer que Colombia crea en la necesidad de esa política para la vida. A muchos nos hicieron creer que la política no se metía con nosotros, que la desgracia en la que vivimos muchos pueblos y comunidades es responsabilidad nuestra, que la desgracia de la guerra de alguna manera es nuestra responsabilidad y no la responsabilidad de unos mezquinos que decidieron condenarnos a vivir en medio de la guerra y la violencia. Además de las necesidades básicas insatisfechas en este país, está el gran desafío de hacer que las comunidades vean que en la política sí hay que meterse por nosotros, por los pueblos, por la gente, con los niños, con todo el mundo, y que hay la necesidad de participar, porque tenemos un poder como pueblo, un poder que viene de la raíz. Y en ese ejercicio democrático tenemos que hacer que ese poder, en términos del voto, tenga una eficacia, que sea una forma de transgredir la hegemonía política en nuestro país (Para ver la entrevista en video, haga clic aquí).
Hay que romper con paradigmas, porque nuestra sociedad no está acostumbrada, y no la acostumbraron en estos 200 años que tenemos de República, a pensar que una persona empobrecida, una persona afrodescendiente y menos una mujer, pueda tener la capacidad para liderar un país como el nuestro.
Todo el mundo me dice que no tengo la capacidad. ”Ese no es su lugar”. Bueno, pueden decir que no tenemos capacidad. ¿Es parte del racismo histórico? Sí, porque yo no soy yo sola. Yo hago parte de un pueblo que ha venido resistiendo a todas las opresiones de violencia histórica y demostrado la capacidad de resistencia, la capacidad de transformación y de acción de gobierno propio, de gobierno comunitario, de tejer y transformar el tejido social en este país. Desde luego, desde lo comunitario, en términos de alianzas, en términos de paz. Y si hay quien puede mostrar cómo hacer la paz en este país: los pueblos que han vivido la violencia histórica y estructural. Desde ahí yo creo que tenemos mucho para dar y mucho para hacer.
Entonces, creo que toca romper con el racismo, romper con las formas patriarcales de cómo se define la política. A mí me preguntan “cuál es su programa ahora”, y no es porque no tengamos propuestas, pero me lo preguntan a mí y no se lo preguntan a otros candidatos. El programa debe estar en este momento en construcción, y no en construcción individual en un escritorio, sino en construcción colectiva, porque este es el momento de los pueblos y desde de los pueblos construimos.
Yo creo que eso es lo que queremos transgredir y cambiar: que sea el pueblo quien tiene la voz principal y que sea el pueblo quien ordene. Los políticos, o los dirigentes, o los líderes, obedecemos.
Yo creo que eso es lo que queremos transgredir y cambiar: que sea el pueblo quien tiene la voz principal y que sea el pueblo quien ordene. Los políticos, o los dirigentes, o los líderes, obedecemos.
Se piensa que una política, que una persona, para hacer política, debe tener los bolsillos llenos de dinero para comprar la conciencia de la gente y no tener un corazón fuerte, grande, para avanzar en proponer, en construir colectivamente con la gente el sueño que todos queremos como país. Nosotros vamos a proponer eso desde acá y yo creo que desde ahí vamos a caminar. Por supuesto, será una política anti racista, anti patriarcal y que ponga en el centro la vida; que cuestione el sistema económico de muerte que no ha permitido dignidad para todos los colombianos y colombianas.
DA: Háblenos sobre cuál sería la prioridad de su gobierno, ¿Cuál sería el centro de su política?
FM: Yo creo que el centro de nuestro gobierno es parar la muerte, y parar la muerte implica detener la guerra en este país. Creo que desde ahí nos vamos a parar. Nosotras, como mujeres, tenemos toda la legitimidad para impulsarlo, sobre todo porque la guerra en este país se ha hecho con los hijos e hijas que hemos parido. Es hora de liberar nuestros vientres de la guerra, como lo liberaron nuestras ancestras y ancestros de la esclavitud. Seguir ese camino es una necesidad. Somos las mamás, somos las hermanas, somos las hijas, a las que nos matan todos los días, pero también matan a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a nuestros sobrinos todos los días en esta guerra absurda que no tiene razón. Hay que detener la muerte. Y eso, por supuesto, no solamente en términos de silenciar los fusiles, sino también de las necesidades básicas insatisfechas.
Hoy, aquí, en Colombia, hay más de 25 millones de personas aguantando hambre en un país que no es capaz de sembrar la comida que requiere su propia gente. Por eso tenemos que volver a fortalecer el campo. Porque la pandemia nos puso en evidencia que necesitamos alimentos, necesitamos cuidar el medio ambiente, cuidar el agua, porque la comida no se produce en un supermercado, se produce en los territorios. Cuidar la naturaleza es una prioridad para nosotros y, en ese sentido, producir soberanía y autonomía alimentaria para que no tengamos que importar todo lo que consumimos. Necesitamos hacer que este país no se acueste con hambre . Creo, además, que hay una deuda histórica en términos de la agenda política, que es cerrar las situaciones de injusticia que viven ciertas poblaciones.
Erradicar el racismo es parte de nuestra prioridad también, y eso implica generar condiciones que permitan que a las poblaciones racializadas, discriminadas, se les dignifique su humanidad, que vivan en condiciones de igualdad. Hay que cerrar esas injusticias de racismo, el patriarcalismo que está empujando a las mujeres a morir. Es necesario trabajar en eso, nos guste o no nos guste. Seguramente tendremos que trabajar en muchos temas de infraestructura del cemento, que es lo que le gusta ver a la gente y a lo que nos han enseñado.
Nuestra apuesta de gobierno tiene que centrarse en la dignidad humana, en la paz, en detener la muerte y en garantizar condiciones de vida digna frente a los derechos básicos que necesitamos como sociedad.
Pero creo que hoy nuestra apuesta de gobierno tiene que centrarse en la dignidad humana, en la paz, en detener la muerte y en garantizar condiciones de vida digna frente a los derechos básicos que necesitamos como sociedad.
DA: Colombia es un país tradicionalmente conservador en lo social y en lo político, ¿Cómo planea convencer a este país para que la escoja? Ya hemos visto las reacciones, ya hemos visto la gente que incluso dice que ninguna mujer está preparada para asumir la presidencia en Colombia.
FM: Creo que al mostrar otras imágenes que también pueden ser posibles, al pararnos desde otro lugar de enunciación, ayudamos a este país. La gente repite eso porque es lo único que les hemos mostrado, pues quienes pueden ser candidatos son siempre hombres blancos, privilegiados, venidos de la élite.
Este país no ha tenido la oportunidad de tener candidatas a la presidencia que sean de la periferia y de las mayorías excluidas. Con Gustavo Petro se empezó el camino, pero ahí no termina la apuesta para vencer al uribismo. Pero también para vencer todas las otras formas de opresión. El uribismo impulsa su política de muerte, pero esa no es la única razón de este camino político. La razón es poder parir una política para la vida, y eso implica vencer al uribismo, al racismo y al patriarcalismo.
En esta batalla que vamos a dar, creo que hay un despertar de los jóvenes, un despertar de la sociedad colombiana, de las mujeres, que yo creo que somos la mayoría de los pueblos. Si nos juntamos todos en esa apuesta común podemos hacer cambios; necesitamos que la esperanza venza el miedo.
DA: ¿Por qué cree que los colombianos, por tanto tiempo, han escogido las mismas opciones fallidas?
FM: Porque nos han sembrado el miedo a la política en este país. ¿Cómo? Usando el terror, usando la barbarie, usando la guerra, usando el empobrecimiento y usando la miseria para luego vendernos seguridad. ¿Quiénes? los políticos en su mayoría, no todos, pero la mayoría. A partir de eso, del miedo sembrado en distintas dimensiones, el miedo que pasa hasta por decirle a las personas, como a mí, “usted no puede, usted no sabe, usted no conoce”. Vamos a demostrar que sí podemos, que somos capaces y que existe la oportunidad que nos permite ser, porque... ¿cuándo nos han permitido ser? Nunca.
Pues ahora llegó el momento de cambiar esa historia, de transgredir esa historia donde solo el hombre blanco privilegiado puede gobernarnos. Hoy, a los jóvenes los matan por reclamar derecho a la educación. No los encarcelan. Hoy, a los niños y niñas más empobrecidos de este país los colocan como armas de guerra, los recluta un actor armado y luego el Estado impone el arma de guerra y los asesina. Ese no puede ser el gobierno que nosotros esperamos. ¿Eso es saber gobernar? ¡No! Eso es gobernar para una minoría privilegiada.
Pero hoy vamos a gobernar para que las mayorías que han sido excluidas e históricamente oprimidas, puedan ser, puedan tener votos, puedan tener dignidad, puedan vivir tranquilos y andar sin miedo. Que nuestros hijos e hijas, nuestros niños y niñas puedan soñar en este país que merece soñar. Nosotros tenemos que propiciar ese camino. Si no lo logramos ahora, el camino sigue, pero vamos a sembrar su semilla y vamos a empujar duro, regandola con abono orgánico para que crezca, florezca y dé frutos.
DA: A Colombia, a Latinoamérica en general, esta pandemia le ha pegado muy duro. Hay una crisis económica y social. En términos de medidas económicas, ¿de resultar elegida, qué haría para sanear la crisis de la pandemia?
FM: La pandemia no generó la crisis. Yo creo que la crisis ya estaba con el modelo económico de muerte global, que hoy agota la vida todos los días en el planeta y que, si como humanidad no hacemos algo, seguramente tendremos que afrontar muchas otras pandemias. Creo en una economía que se pone al servicio de la vida, pensando en una transformación del modelo minero-energético.
Este país vive del modelo extractivista, salirnos de ese modelo es una de las apuestas que tenemos que hacer, sobre todo porque América Latina y Colombia contienen el 40 % de la biodiversidad del mundo, el 40 % del pulmón del mundo está en esta región y nosotros tenemos que protegerlo.
Tenemos que pensar en cómo una economía, desde otras alternativas al desarrollo, se pone en práctica.
Tenemos que pensar en cómo una economía, desde otras alternativas al desarrollo, se pone en práctica. Hay experiencias desde las que podemos construir, economías locales, economías solidarias, economías circulares y economías femeninas.
Ahora mismo no tenemos la regla exacta, pero yo estoy segura de que este país, todos nosotros, Colombia, es capaz de parir una economía que se pone al servicio de ese proyecto de vida. No es posible que se siga pensando en la concentración de la riqueza mientras hay gente, hay niños mueren de hambre miserablemente. Tenemos a la gente más rica del país, y no estoy diciendo que no tengan derecho a tener mucho dinero acumulado, pero es miserable que dejemos morir a nuestra propia gente, a la humanidad, por no atenderla, por acumular. Yo, yo, yo, yo, y no distribuir, no pensar. Una economía que, por lo menos, si no distribuye, permita que ciertas poblaciones alcancen el bienestar social. Por supuesto, esto será un desafío. Priorizar esa economía en la producción agrícola, en términos de satisfacer la demanda alimentaria que hoy tiene este país, es una necesidad.
DA: Otro tema clave: de ser elegida, ¿cómo piensa que se puede parar la violencia causada por el narcotráfico?
FM: El narcotráfico aquí ha hecho daño, y bastante. En estos 60 años, es mucho el dinero que se ha invertido para esa política antidrogas, para acabar con el narcotráfico, y no se ha logrado. Ahora, con el gobierno Duque, el narcotráfico, al contrario, se ha expandido mucho, hasta lugares donde antes no había tanta presencia de coca, como en el Cauca, por ejemplo.
Creo que Juan Manuel Santos lo dijo en su último discurso, cuando terminó su segundo mandato: la legalización es el camino. Él no fue capaz de asumirlo, como sabemos, por los intereses que hay detrás del narcotráfico. Hay que plantearlo, y eso es un desafío. Hacerlo implica voluntad, no solamente de nuestro país, sino también voluntad internacional. ¿Para qué ha servido la política antidrogas aquí? Para dejar los territorios bañados de sangre, para violar los derechos humanos. Eso pasó con el Plan Colombia. Y mientras, ¿la riqueza dónde está? ¿En los bancos?
Ahora mismo, están empezando con la regularización del cannabis, aquí en Colombia ya empezaron a entregar licencias. ¿A quién le están entregando las licencias del cannabis? No a las comunidades empobrecidas y violentadas, que han sufrido la guerra, el narcotráfico y la política antidrogas, no. Las están entregando a empresarios millonarios, canadienses y colombianos. Pero a la gente campesina no le están entregando esas licencias. No están permitiendo que sean accesibles a estas comunidades. Yo creo que ahí hay una posibilidad de desarrollo de las comunidades en el campo, por supuesto, con todas las reglas que eso implique, pero yo creo que es una posibilidad. Por un lado, detener la guerra y, por otro lado, contribuir al desarrollo de la gente.
DA: Otro tema crucial es ¿cómo detener efectivamente la deforestación del Amazonas?
FM: La deforestación se expande por la Amazonía y el Pacífico. Eso no es algo nuevo. Eso es parte de la política extractivista que usa el territorio simplemente para obtener riqueza acumulativa. No estoy diciendo que la gente no pueda hacer un uso razonable del aprovechamiento de esos bosques, pero la manera en que se está haciendo es igual que la minería ilegal, es igual que el narcotráfico.
Tiene que haber una política que realmente se comprometa a cuidar toda la biodiversidad. La Amazonía, al igual que el Pacífico, son parte de esos pulmones del mundo. No cuidar esto es destruirnos a nosotros mismos. Eso no solamente pasa por campañas, sino que también pasa por programas de desarrollo económico en estos territorios, a partir de la conservación de su biodiversidad.
Pero es indispensable que esa política ambiental realmente se implemente.
Aquí, se entregan licencias de explotación forestal acomodadas y amañadas. ¿Cuáles son las reglas que hay para regularlas? No hay reglas.
Aquí, se entregan licencias de explotación forestal acomodadas y amañadas. ¿Cuáles son las reglas que hay para regularlas? No hay reglas. También se hace de manera ilegal: si las máquinas no las ve nadie, nadie ve tampoco la madera que se saca de esos territorios cuando se monta en los carros. La gente se hace la de la vista gorda. Entonces, hay un tema que hay que asumir y es el tema de la corrupción. Eso tiene que ver con la corrupción y es una corrupción que viene muchas veces de las mismas corporaciones autónomas regionales.
DA: También quisiéramos saber, ¿qué haría para detener los asesinatos sistemáticos de líderes sociales?
FM: Yo, que como lideresa social he estado amenazada, he vivido atentados, creo que cuando un líder social levanta la voz, es porque no hay garantía de derechos. Es porque su comunidad, su familia, su territorio, su casa, no está gozando de sus derechos. Uno no alza la voz porque quiere, uno alza la voz porque hay una necesidad que hay que resolver. Hay que trabajar para garantizar los derechos de las poblaciones, de las comunidades, de los territorios, ya sean urbanos o rurales.
Vamos a hablar de si vamos a seguir brindando protección individual a todos los líderes. Yo tengo un esquema de protección que a veces no es eficaz, porque no se ajusta a las realidades y a los contextos donde vivimos. Cuando me voy a la zona rural, por ejemplo, no me funciona, porque en esas zonas rurales los escoltas no pueden estar, y si están, al contrario, se vuelven una amenaza más para los propios líderes y para ellos mismos.
Pero, por supuesto, hay medidas de protección colectivas a las que nosotros hemos apelado y que hemos ayudado a construir. Le hemos propuesto al gobierno medidas de protección colectiva, con enfoques étnicos, con enfoques diferenciales, con enfoque de género, solo que no hay voluntad política para aplicarlas, tanto en términos materiales como en términos políticos. Se necesita voluntad política para detener el asesinato de los líderes.
Por otro lado, creo que la Fiscalía, el sistema de justicia, tiene que funcionar. Hay impunidad frente al asesinato de los líderes sociales, líderes y lideresas, impunidad frente al asesinato de defensores y defensoras de derechos humanos. Hay impunidad frente al asesinato de defensores ambientales en este país. Por eso, hoy Colombia es el país del mundo donde más se asesina líderes defensores ambientales.
Aunque hay una legislación ambiental, los políticos de este país, por lo menos los que están en el Congreso, mayoritariamente han votado por el NO al Convenio Escazú, una herramienta legal que permitiría ayudar en términos políticos, de información, jurídicos y del derecho internacional, a salvaguardar la vida de los defensores y defensoras aquí.
Pero no se aprueba porque exige a las empresas que están en los territorios dar información adecuada y exacta de sus proyectos, y eso lo ven como una barrera para cualquier proyecto que vaya a afectar el medio ambiente, y por eso se oponen.
La consulta previa, además, se ve como un obstáculo para el desarrollo porque este ha sido uno de los derechos que nos ha permitido, como pueblos, detener algunos proyectos de muerte en varios territorios. En mi comunidad, a partir de ejercer el derecho fundamental a la consulta previa, detuvimos los títulos mineros que estaban desplazando forzosamente a la colonia en 2009.
DA: Para finalizar, la han criticado, e incluso la han comparado, con Iván Duque, al decir que no está preparada para ser presidenta. ¿Qué tiene que decir frente a eso?
FM: Esa es la visión que tienen y yo la respeto, ¿no? Pero ojo, son los hechos los que muestran las capacidades, y yo estoy preparada. Nosotros decidimos hacer este camino y lo vamos a seguir haciendo.
Yo creo es injusta esa postura: compararme con Duque sin ver lo que nosotros hemos hecho por tantos años. Si él hiciera lo que nosotros hacemos, seguramente tendríamos de verdad un gobierno muy distinto. El llamado es a que nos den la oportunidad de mostrar que sí estamos preparados, que sí podemos y que sí conocemos. Esa visión de “ustedes no saben, ustedes no conocen, ustedes no son capaces,” es una visión colonial y racista. Así le decían a la gente negra desde la esclavitud, porque le quitaron sus capacidades; le negaron las capacidades.
Entonces, ¿cómo va a hacer una mujer negra para gobernar este país que ha sido históricamente gobernado por los blancos privilegiados? Eso no le cabe en la cabeza a nadie. Eso es incapaz desde todo punto de vista, piensan. Yo creo que no; nuestras acciones han demostrado que somos capaces de eso, y de mucho más.
De lo que tenemos es ganas de gobernar este país de manera colectiva, porque nosotros no nos pensamos de manera individual. Si bien la estructura del Estado establece que uno tiene que poner la cara para gobernar, nadie gobierna solo este país, no lo gobierna si no es con hombres y mujeres muy capaces y preparados para hacerlo.
Por último, quiero decir lo siguiente: Nadie tampoco creía en la capacidad de Mandela. La experiencia que Mandela había tenido, en términos políticos, eran 27 años de cárcel, y llegó a ser el presidente más importante del mundo por lo que significó. Hay legados ancestrales que muestran que somos capaces. Llegó el momento de mostrar nuestra capacidad, las ancestras y los ancestros nos prepararon para hacer este camino; lo vamos a seguir haciendo y a seguir empujando.
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