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Reformar y transformar: una mirada multidireccional de los derechos humanos.

Los investigadores deberían analizar tanto las relaciones verticales entre los líderes de derechos humanos y sus bases como las relaciones horizontales entre el movimiento de derechos humanos y otros actores. Una respuesta a la investigación de Ron, Crow y Golden y una nueva contribución al debate "masas-elites". English

Karina Ansolabehere
4 diciembre 2013

La Encuesta de Percepción sobre Derechos Humanos, descripta por Ron, Crow, y Golden sugiere que las ideas, conceptos y normas vinculadas con los derechos humanos son más familiares entre las élites que entre la masas. Los autores provocan  al lector a considerar el modelo  que debería orientar al movimiento de derechos humanos.

Los autores proponen que el movimento de derechos humanos es demasiado elitista, y que en su lugar se necesita un movimiento orientado hacia las masas. Un movimiento de derechos humanos que mire hacia abajo.

El problema que nos  plantean nos remite a tensiones clásicas de la política progresista: reformar a través de las élites y las instituciones existentes, o buscar transformaciones sociales a través del empoderamiento de los grupos desventajados y el cambio de la distribución del poder en la sociedad.

Desafortunadamente, la encuesta se enfoca sólo en la dimensión vertical, arriba-abajo, de la relaciones del movimiento global de derechos humanos. Aquí se propone que se requeriría un análisis multidireccional. Una perspectiva que estudie tanto las relaciones verticales  entre las élites del movimiento de derechos humanos y las masas, como las relaciones horizontales del movimiento de derechos humanos con otras fuerzas sociales.

Específicamente los investigadores deberían considerar en su estudio la habilidad del movimiento de derechos humanos (o su falta de habilidad) para unir fuerzas con otros actores progresistas, incluidos aquellos dedicados al medioambiente, feministas, grupos indígenas, movimiento obrero, entre otros.

El grupo del proyecto Percepciones sobre Derechos Humanos que realizó investigación en México, Colombia, Marruecos e India presenta resultados que confirman una intuición que he tenido en varias ocasiones estudiando estos temas: el discurso de los derechos humanos se difunde mejor entre las élites más educadas que entre la población en general, fundamentalmente la más pobre, menos educada y perteneciente a minorías, la que es víctima de mayor cantidad de violaciones a sus derechos humanos. Siempre he sospechado que el discurso de derechos humanos tiene menos resonancia entre quienes son las principales víctimas de violaciones. Muchas veces las políticas progresistas de derechos humanos están más orientadas a la reforma institucional que al empoderamiento de los sectores desventajados.

Mi propio centro de investigación, FLACSO-México, recientemente inició un esfuerzo multidisciplinario para estudiar en América Latina el impacto de la institucionalización de las normas de derechos humanos en la vida de las personas. De hecho decidimos trabajar en esta línea porque luego de un período de más de una década de construcción institucional no sabemos que ha sucedido con  la posibilidad de la población de disfrutar esos derechos en la practica.

El artículo de Ron, Crow y Golden, también  hace notar  que  la   mayor exposición de las élites al discurso de derechos humanos no implica necesariamente mayor aceptación de estas ideas, como lo muestran el caso de México  y Colombia.

Esta tendencia, nos proponen los autores, constituye un llamado de atención para el movimiento de derechos humanos acerca de sus actividades de difusión y abogacía. Si la abogacía dirigida a las elites no rinde los beneficios esperados entonces debería dirigirse hacia los grupos menos privilegiados de la sociedad, y apoyar grupos de base luchando por causas de justicia social. En otros términos para los autores la función del movimiento de derechos humanos es transformar.

Como investigadora de cuestiones de institucionalización de derechos humanos en primer lugar quisiera destacar la importancia de la encuesta. Ésta  ayuda a superar el bache existente en este espacio de investigación en que partimos del supuesto que la sociedad importa, aunque no tenemos información sistematizada acerca de la forma en que ésta vivencia los derechos humanos.

Esta encuesta nos fuerza a pensar más seriamente la forma en se puede hacer a las élites más receptivas a las ideas de derechos humanos y a su vez expandir su resonancia a los grupos socialmente más desventajados. Nos lleva a reflexionar acerca de la capacidad (o incapacidad) del discurso de derechos humanos para modificar las relaciones de poder existentes.

Desafortunadamente esta investigación no toma en cuenta la función de mediación que , a veces, ejerce el movimiento de derechos humanos entre las élites y las masas, o sus relaciones de convergencia con otros grupos en contextos específicos.

Consideremos a México, adónde actualmente vivo y trabajo. Aquí, los canales tradicionales de representación política no funcionan de manera adecuada. Está claro que la mayor probabilidad de realizar transformaciones  por parte del movimiento de derechos humanos está vinculada con su posibilidad de generación de alianzas con las élites políticas progresistas así como con las víctimas de violaciones de derechos humanos y otras fuerzas sociales.

El caso del movimiento en contra del feminicidio en México es un buen ejemplo porque se enmarcó como un problema de derechos humanos y se extendió a la región.  En sus inicios se caracterizó por los intercambios entre familiares de las víctimas, (especialmente las madres de las jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez) con grupos feministas. Si bien estas discusiones se iniciaron en Ciudad Juárez las mismas se extendieron a todo el país.

Posteriormente las ideas de derechos humanos se incorporaron y la violencia de género se enmarcó como un problema de derechos humanos. La conexión entre víctimas, grupos feministas y activistas de derechos humanos contribuyó a la diseminación del tema a diferentes puntos en el país y en América Latina, y finalmente movió a los gobiernos- a través de alianzas con las élites políticas- a realizar cambios en las políticas públicas.

La Encuesta de Percepción de Derechos Humanos, que pregunta a las personas con qué frecuencia toman en cuenta términos, organizaciones o actores vinculados con los derechos  humanos en su vida cotidiana, no puede examinar esos vínculos complejos. Sus hallazgos sólo presentan parcialmente esa realidad.

La encuesta también falla en considerar las relaciones “horizontales” del movimiento de derechos humanos con otros movimientos y organizaciones. En este sentido, la resonancia de los derechos humanos debería ser medida también hacia los lados y no sólo en su dimensión vertical.

Otra vez el movimiento en contra del feminicidio en México es un buen ejemplo de este proceso de entrelazamiento horizontal. El Observatorio Nacional sobre el Feminicidio reúne a más de 40 organizaciones de familiares de las víctimas, grupos feministas y  organizaciones de derechos humanos para realizar monitoreo y seguimiento de las políticas públicas en la materia y campañas de sensibilización y concientización. Los grupos feministas y de derechos humanos lograron procesar esa diversidad y formar una alianza común en relación con estos temas.

El  movimiento de derechos humanos, en otras palabras, desarrolla múltiples estrategias simultáneamente. Trabaja en diferentes direcciones. Ayuda a generar vínculos en la dirección arriba/abajo pero también los genera hacia los lados. Media entre diferentes actores y niveles, creando (o participando de) sinergias progresivas que de otra manera podrían no existir.

Para comprender como funciona esto, sin embargo, debemos promover en análisis multidireccional que identifique las diferentes vías hacia las que el movimiento de derechos humanos se mueve, dentro y entre las sociedades.

Si bien es importante estudiar cómo las élites de derechos humanos interactúan y adquieren resonancia en las personas, también lo es aprender cómo el movimiento de derechos humanos se relaciona con otros actores sociales y políticos, incluidos miembros, potenciales miembros, y quizás( incluso) adversarios.

Estos temas son difíciles de captar en una encuesta, sin embargo ellos son de vital importancia. Ojalá, que en entre las líneas de investigación del Projecto de Percepción de Derechos Humanos se tomen estas preocupaciones en cuenta.

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