democraciaAbierta: Opinion

República Dominicana-Haití: un nuevo muro de la vergüenza

La construcción de un muro fronterizo como solución a la presión migratoria esconde un sentimiento de racismo y xenofobia

democracia Abierta Manuella Libardi
24 febrero 2022, 12.01am
República Dominicana ha empezado la construcción del muro en la frontera con Haití
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Luis Abinader/Twitter

Donald Trump, el campeón del muro en la frontera mexicana, puede que haya abandonado la escena política (hasta el momento), pero su idea de construir muros como materialización de defensas racistas y xenófobas sigue viva en el mundo.

Esta semana, la República Dominicana anunció que empieza a construir un muro “inteligente” en su frontera con el vecino Haití, el país más pobre del hemisferio con el que comparte la isla de La Española. “Los problemas de Haití no son problemas de la República Dominicana”, afirma el presidente dominicano Luis Abinader, argumentando que el país necesita protegerse de sus desafortunados vecinos.

Según Abinader, el muro, que cubrirá cerca de la mitad de los 392 km de su frontera, es necesario para contener el flujo migratorio ilegal de haitianos hacia su territorio, así como el contrabando de drogas y de mercancías. La construcción empezó en la provincia fronteriza de Dajabón, al norte de la isla. La República Dominicana, un país de 11 millones de habitantes, alberga ya cerca de 500.000 inmigrantes haitianos.

Abinader ha dedicado casi todos sus posteos en Twitter en los últimos días a justificarse. “Regular los flujos migratorios para combatir así las mafias que trafican con personas; hacer frente al narcotráfico y a la venta ilegal de armas, y proteger las reses y los sembrados de los ganaderos y los productores agrícolas'', escribió en un tuit.

El presidente también afirma que el muro beneficiará a ambos países. “La construcción de esta verja inteligente en la frontera, beneficiará a ambos países, ya que permitirá controlar de forma mucho más eficiente el comercio bilateral,” escribió en otro tuit.

Cuando el muro de Berlín se vino abajo en 1989, había solo 15 muros fronterizos en el mundo. En el 2018, ya habían 77

Abinader anunció el proyecto a fines de febrero de 2021, coincidiendo con la víspera de la celebración de la independencia de la República Dominicana de Haití, el 28 de febrero de 1844. La estructura de hormigón tendrá 20 centímetros de espesor y 3.90 metros de altura. Incluirá también por lo menos 170 torres de vigilancia y control y 71 puertas de acceso. La expectativa es que en nueve meses se concluya la primera fase del muro, que consiste en los primeros 54 km de estructura y 10 puertas de accesos, además de 54 caminos para patrullaje. Esta fase costará unos 30.8 millones de dólares. La segunda fase tendrá inicio en el segundo semestre de este año, según Abinader.

El racismo de los muros fronterizos

Abinader es apenas un ejemplo reciente de líderes que ven la construcción de muros como soluciones para problemas migratorios. Cuando el muro de Berlín se vino abajo en 1989, había solo 15 muros fronterizos en el mundo. En el 2018, ya habían 77. La cantidad de iniciativas similares ha crecido con las olas migratorias del siglo XXI, generadas en gran parte por problemas globales, como pobreza extrema en África, Asia y Latinoamérica, guerras en Oriente Medio y en Afganistán, crimen organizado en México y América Central.

Una fuerte motivación que se esconde detrás de cada muro es el racismo y la xenofobia. El color de la piel no es ajeno a este asunto. La retórica antihaitiana en República Dominicana antecede al presidente Abinader, que asumió la presidencia en 2020. Ya en 2013, la corte dominicana ordenó retirar la ciudadanía a miles de personas de origen haitiano nacidas en la República Dominicana. El año siguiente, el parlamento dominicano aprobó una ley migratoria que revisaría la ciudadanía de personas nacidas en República Dominicana de padres haitianos con estatus irregular en el país. En ese momento, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos expresó preocupación sobre la ley, que podría "privar a decenas de miles de personas de nacionalidad, casi todos ellos de origen haitiano, y tener un impacto muy negativo en el resto de sus derechos.”

Haitianos en República Dominicana: ‘Necesarios pero no deseados’

Como es siempre el caso en flujos migratorios alrededor del mundo, los inmigrantes haitianos representan un importante factor económico en la República Dominicana, puesto que proporcionan mano de obra barata en la producción agraria del país. De hecho, durante gran parte del siglo XX, ciudadanos haitianos fueron coaccionados y hasta capturados para trabajar en condiciones de semi-esclavos en plantaciones de caña de azúcar del otro lado de la frontera.

Los muros logran transformar una historia de explotación económica y violación de derechos humanos en una narrativa sobre seguridad nacional

Como argumentan Bridget Wooding y Richard Moseley-Williams en su libro de 2004, los haitianos son “Necesarios pero no deseados” en el país vecino, lo que genera un círculo vicioso que estigmatiza al inmigrante. “Una interrupción abrupta de la disponibilidad de trabajadores de Haití llevaría a la bancarrota a parte del sector agrícola y crearía una crisis en la floreciente industria de la construcción, lo que tendría efectos colaterales en el crecimiento económico nacional a corto y mediano plazo,” escriben los autores.

Frente a esa compleja realidad, los muros logran transformar una historia de explotación económica y violación de derechos humanos en una narrativa sobre seguridad nacional. La retórica de Abinader poniendo el foco en el crimen y en la soberanía nacional, viene siendo construida desde hace décadas, y en particular desde que los haitianos empezaron a llegar en mayores número a partir de los 2000 impulsados por el deterioro imparable de sus condiciones de vida, fruto de un tormenta perfecta que combina una profunda corrupción política, violencia sin límite y catástrofes naturales.

El muro de Abinader no contendrá la migración haitiana o el flujo de drogas y mercancías ilegales hacia la República Dominicana. Pero sí dará a los dominicanos legitimidad en su racismo, justificativo de la explotación de sus vecinos, a los que no dan tregua los ni desastres naturales ni las catástrofes engendradas por humanos.

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