Donald Trump, el campeón del muro en la frontera mexicana, puede que haya abandonado la escena política (hasta el momento), pero su idea de construir muros como materialización de defensas racistas y xenófobas sigue viva en el mundo.
Esta semana, la República Dominicana anunció que empieza a construir un muro “inteligente” en su frontera con el vecino Haití, el país más pobre del hemisferio con el que comparte la isla de La Española. “Los problemas de Haití no son problemas de la República Dominicana”, afirma el presidente dominicano Luis Abinader, argumentando que el país necesita protegerse de sus desafortunados vecinos.
Según Abinader, el muro, que cubrirá cerca de la mitad de los 392 km de su frontera, es necesario para contener el flujo migratorio ilegal de haitianos hacia su territorio, así como el contrabando de drogas y de mercancías. La construcción empezó en la provincia fronteriza de Dajabón, al norte de la isla. La República Dominicana, un país de 11 millones de habitantes, alberga ya cerca de 500.000 inmigrantes haitianos.
Abinader ha dedicado casi todos sus posteos en Twitter en los últimos días a justificarse. “Regular los flujos migratorios para combatir así las mafias que trafican con personas; hacer frente al narcotráfico y a la venta ilegal de armas, y proteger las reses y los sembrados de los ganaderos y los productores agrícolas'', escribió en un tuit.
El presidente también afirma que el muro beneficiará a ambos países. “La construcción de esta verja inteligente en la frontera, beneficiará a ambos países, ya que permitirá controlar de forma mucho más eficiente el comercio bilateral,” escribió en otro tuit.
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