
Asamblea Nacional de Angola. David Stanley/Flickr. Some rights reserved.
El 99% de los angoleños, los que no son ni familiares ni amigos de los miembros del partido en el poder, el Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), se enfrentan a una nueva amenaza. Y ha habido ya bastantes en Angola en los últimos 36 años. Ahora la amenaza se centra sobre el espacio digital. Controlar las herramientas de las redes sociales se ha convertido en el más reciente objetivo del presidente Dos Santos para silenciar a la sociedad civil y reprimir las protestas sociales. Dos Santos manifestó sus intenciones con un anuncio informal durante el tradicional discurso de año nuevo. No son buenas las noticias para lo que queda de las libertades civiles de Angola.
Guerra contra las herramientas de las redes sociales
El anuncio de Dos Santos contra el libre uso de las redes sociales no supone una sorpresa. Durante su discurso, el presidente, que ocupa el puesto hace 36 años, impartió una lección de buenos modales digitales, hablando además de los valores democráticos del país. Informó a la audiencia de que las redes deben respetar ciertas normas a la hora de hablar de los políticos, y que el gobierno debe tomar las medidas apropiadas para guiar tanto la sociedad civil como las instituciones, y evitar prácticas inaceptables. Aquellos angoleños que no hagan un uso obediente del lenguaje se enfrentan a la represión y a la censura.
Los usuarios de internet en Angola no superan el 26%. Pero de éstos, más de la mitad tiene una cuenta de Facebook. A pesar de que esta cifra se encuentra muy lejos de la media de usuarios en los países desarrollados, la elite angoleña se muestra cada vez más ansiosa ante lo que se comparte en las redes. Sobre todo, les preocupa aquello que los actores internacionales están conociendo sobre la realidad Angoleña a través de las redes.
Irónicamente, el discurso de Dos Santos no acabó aquí. Tuvo tiempo para defender de forma apasionada la libertad de expresión y el acceso a la educación en Angola. En un país donde los derechos políticos y las libertades civiles están restringidos, el activismo digital se convirtió en el último recurso de los ciudadanos para defender la libertad de expresión. El gobierno angoleño aún no ha empezado a bloquear efectivamente contenido online, pero Dos Santos está ansioso para asentar, de forma legal o extralegal, un golpe definitivo a las voces disidentes en Angola.
¿Por qué ahora?
Esta no es la primera vez que Dos Santos intenta reprimir el uso de las redes sociales. Ya en 2011, el presidente intentó aprobar una ley que trataba de limitar y controlar su uso. Sin embargo, la Primavera Árabe y las protestas vinculadas al movimiento 15-M a nivel internacional (Occupy) paralizaron su tramitación. Ante esta situación, el régimen de Dos Santos decidió emplear métodos más sutiles. Se crearon patrullas online para monitorizar discusiones en internet y realizar un seguimiento de los posibles disidentes. La represión, por muy sutil que fuese, no dejaba de serlo. Internet, y en particular las redes sociales, se convirtieron en la última frontera de la libertad de expresión en Angola.
Sin embargo, la censura en internet no regresó a escena de forma espontánea. Diversas organizaciones activistas tales como Maka Angola o Central Angola 7311 han estado luchando para mostrar lo que el régimen es en realidad, y han puesto el gobierno de Dos Santos en guardia. El director de Maka Angola, el periodista Rafael Marques de Morais, ha estado en la vanguardia de la lucha desde el primer día. Como periodista comprometido e imparcial, Morais fue declarado culpable de varios delitos de difamación, y su sitio web ha sido objeto repetidamente de ataques técnicos perpetrados por el régimen.
Central Angola 7331 también ha desafiado a las autoridades Angoleñas en más de una ocasión. Su nombre hace referencia a la fecha de su primera protesta, el día 7 de marzo de 2011. Esta organización ha expuesto activamente las violaciones de derechos civiles cometidas por el régimen. En 2014, organizaron diversas flash mobs para protestar contra las restricciones a la libertad de expresión y de reunión. Estas protestas fueron reprimidas de forma violenta, pero los activistas digitales lograron documentar las protestas, así como la violenta respuesta de la policía, y compartirlo online.
Los activistas angoleños han pagado un precio muy alto por disentir en el mundo analógico. Tanto los medios de comunicación tradicionales como los periodistas han sido amenazados físicamente e investigados por informar sobre la actualidad del país. Al trasladar su lucha al mundo digital, muchos de ellos, como los activistas de Central Angola 7311, evitan repetir sus estancias en prisiones angoleñas, donde muchos de ellos fueron víctimas de abusos y torturas simplemente por haber participado en manifestaciones pacíficas.
Sin embargo, no fue hasta el arresto de quince activistas angoleños y su líder, Luaty Beirao, quien llevó a cabo una severa huelga de hambre para protestar contra su detención ilegal, que el escenario de impunidad cambió. De repente, las autoridades angoleñas se enfrentaron a críticas internacionales y a un escrutinio al que no estaban del todo acostumbradas. Las redes sociales fueron usadas de forma extensiva para potenciar la causa, lo que desencadenó la reacción de Dos Santos. El presidente no podría tolerar que esta publicidad desestabilizara su régimen autoritario, que ha sido clasificado año tras año como un régimen “no libre” por el informe anual de Freedom House.
Al ser capaces de retransmitir local e internacionalmente la cruda realidad detrás de la máscara democrática de Angola, Maka Angola y Central Angola 7311 se convirtieron en los nuevos “enemigos del Estado”. Y estos son los enemigos que Dos Santos pretende sacar de escena mediante la represión y limitación de las libertades digitales. En un espacio de información y comunicación donde el gobierno de Angola controla los grandes periódicos, radios y televisiones, las redes sociales representan la última frontera para enfrentarse a la represión y defender la libertad de expresión.
La guerra contra las redes sociales ha empezado. Poco después del anuncio de una cruzada contra la mala educación en las redes, por primera vez en la historia del país un juez tramitó una causa relativa a una broma política referida a un gobierno imaginario. El padre Jacinto Pio Wakussanga, un hombre inocente, fue designado, en una discusión en broma de Facebook, como uno de los miembros de un hipotético gobierno de salvación nacional. Como el religioso explicó más tarde al juez, él ni siquiera sabía que se había mencionado su nombre y que, cuando se enteró de ello, le quedó inmediatamente claro que se trataba simplemente de una broma política.
El creciente foco sobre los mensajes críticos publicados en las redes sociales se ha ido transformando en persecuciones y detenciones de activistas online. Ganar la batalla de comunicación en el reino digital parece ser el nuevo objetivo de Dos Santos.

La Presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet y el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos. Flickr. Some rights reserved.
(Falta de) legitimidad internacional
La mayor preocupación del presidente Dos Santos es la legitimidad internacional de su régimen. La presión internacional desde diversas organizaciones no-gubernamentales, la Unión Europea y diversos otros países ha situado Angola en el radar de la comunidad internacional. La máscara democrática ha caído. La huelga de hambre de Luaty Beirao y la capacidad de las redes sociales de propagar su mensaje, convirtieron las violaciones de los derechos humanos y civiles en Angola en un tema de interés internacional.
Esto sucede en un momento en el que la economía Angoleña se encuentra bajo presión. Los ingresos del petróleo siguen siendo clave para el crecimiento de Angola, y una vez que su precio ha caído en picado, el gobierno prevé un aumento de los conflictos sociales y la polarización política.
Dos Santos lidera una campaña contra las voces críticas que aún se oponen a un régimen muy parecido a una kleptocracia. Las redes sociales de resistencia digital representan la última frontera en la lucha contra la censura, una frontera que no puede ser abandonada si Angola espera liberarse de las cadenas de la dictadura a corto plazo.
Tal como sucede con otros países petroleros (como son Arabia Saudí o Venezuela) es hora de que la comunidad internacional reevalúe qué es más importante, las relaciones económicas o la defensa de los valores democráticos, sean éstos el Estado de derecho, los derechos humanos o las libertades civiles.
Como dijo Tony Judt, “es hora de que aprendamos otras vez a formular las preguntas políticas pertinentes". Al hacerlo en el caso de Angola, deberíamos estar al lado de los activistas en su defensa de la democracia y la libertad de expresión en este Petro-Estado africano. Defender la última frontera digital en Angola es esencial para garantizar que, frente a la batalla que Dos Santos está librando una vez más contra las libertades de los angoleños, hay alguien capaz – y decidido – a luchar junto a ellos.
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