democraciaAbierta: Opinion

Día de la Conciencia Negra en Brasil: otro negro asesinato brutalmente por encargados de la seguridad

Hace tres siglos de la muerte de Zumbi, el líder de los esclavos negros, y otro negro más ha sido asesinado brutalmente, esta vez en Porto Alegre. Poco ha cambiado en Brasil.

Manuella Libardi
20 noviembre 2020, 9.22pm
Manifestantes en defensa de la vida de los negros, contra el racismo, el fascismo y contra el gobierno del presidente Jair Bolsonaro en São Paulo, 7 de junio de 2020
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Marcelo Chello/Zuma Press/PA Images

En 1695, el líder guerrero de los esclavos negros, Zumbi, fue descubierto en su último escondite entre las montañas de Barriga y Dois Irmãos, luego de sobrevivir un año y medio en el monte, huyendo de los Bandeirantes liderados por Domingo Jorge Velho responsables de destruir el Quilombo de los Palmares, el más grande del Brasil colonial. El 20 de noviembre de ese año, el capitán André Mendonça de Furtado le cortó la mano y la cabeza a Zumbi dos Palmares, de 40 años.

Como resultado de su violencia y persecución, Domingo Jorge Velho recibió “una gran cantidad de tierra” e intensificó la colonización de la región. Sus "servicios" le valieron el rango de "Mestre do Campo".

El capitán Furtado de Mendonça, por su parte, recibió un premio de 50 mil réis, equivalente a 70 gramos de oro en ese momento, nada menos que de Dom Pedro II de Portugal y Algarve, o “El Pacificador”, como también se le conocía al rey.

A fines del siglo XX, el día en que dieron caza al líder quilombola – como son conocidos los antiguos esclavos que aún hoy llevan una vida de libertad en rincones apartados – fue instaurado el Día de la Conciencia Negra a nivel nacional. Han pasado 325 años desde su asesinato, pero el Brasil que lo condenó a muerte sigue siendo el mismo.

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Zumbi dos Palmares | Antônio Parreiras/Public Domain

En 2020, el jueves 19 por la noche, en vísperas del feriado que marca el día de celebración de la población negra en Brasil, João Alberto Silveira Freitas fue asesinado a golpes por dos guardias de seguridad en una tienda del supermercado Carrefour en Porto Alegre. Como Zumbi, João Alberto Silveira Freitas era un hombre negro de 40 años.

Más de tres siglos después de la muerte de Zumbi, encontrar a alguien que justifique la muerte brutal de personas negras no es difícil. Apenas unas horas después de la muerte de João Alberto, conocido como Beto, los apologistas ya estaban en acción, armados con información revelada por la policía de que João Alberto tendría denuncias de violencia doméstica en su contra.

El columnista Rodrigo Constantino, por ejemplo, escribió en un artículo publicado en el diario Gazeta do Povo que la cobertura de la muerte de João Alberto no fue más que un "oportunismo supremo", afirmando que el hombre fue muerto no porque fuera negro, sino porque era "enorme".

“El hombre, un tipo enorme, tendría antecedentes policiales y habría agredido a un empleado de Carrefour. Por eso lo golpearon, no por el color de su piel ”, argumentó Constantino.

Para Constantino, los medios buscan "un George Floyd brasileño para instigar la segregación racial en un país mestizo".

Los argumentos que cita el columnista son tan antiguos como la persecución a Zumbi dos Palmares. A menudo, el primer paso que muchos dan ante el asesinato de personas negras es buscar si tienen antecedentes penales en el historial policial, especialmente cuando los autores son policías o fuerzas de seguridad.

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João Alberto Silveira Freitas

A raíz de la muerte de Trayvon Martin, un joven de 17 años asesinado a tiros en 2012 por un voluntario de vigilancia de barrio en Florida, Fox News criticó la manera de vestir de la víctima. El Miami Herald, por otro lado, sintió la necesidad de buscar sus registros de calificación escolar.

En el caso de Tamir Rice, un niño negro de 12 años asesinado por la policía en 2014 mientras jugaba con una pistola de juguete en Ohio, también en Estados Unidos, los fiscales no se cansaban de mencionaron las proporciones del niño. "Tamir era grande para su edad - 1,70 metros y 79 kilos, con una chaqueta talla XL y pantalones talla 36 - y podría pasar fácilmente por alguien mucho mayor", dijo uno, según informó The Los Angeles Times en ese momento.

Transformar a la víctima en perpetrador es un arma común – y lamentablemente efectiva – que permite al Estado continuar con el genocidio contra la población negra en Brasil, táctica que se remonta a la persecución de los quilombolas.

Para muchos, la palabra genocidio parece radical, pero en el contexto brasileño no carece de fundamento. En 2018, más del 75% de las personas asesinadas en Brasil eran negras, es decir, tres cuartos de todas las personas que pierden su vida de forma violenta. Entre 2008 y 2018, la tasa de homicidios de todos los brasileños cayó casi un 13%, excepto para los negros, que creció un 11,5%.

Frente a las estadísticas y la evidencia, negar el racismo en Brasil es una misión homérica. El Estado y sus fuerzas policiales seguirán intentándolo, pero la comunidad negra ha ido ganando más espacio en los espacios públicos que históricamente se les ha negado. La madrugada del viernes 20, un grupo de manifestantes acudió a Carrefour para protestar por la muerte de João Alberto, acto que se repitió en otras tiendas Carrefour del país. También está programada una protesta para las 6 de la tarde de este viernes, frente a la escena del crimen.

A través de su oficina de prensa, Carrefour calificó la muerte de "brutal" e informó que romperá el contrato con la empresa subcontratada que brinda servicios de seguridad a la tienda. La empresa también anunció que el empleado que estuvo a cargo durante el incidente será despedido.

La declaración de Carrefour simboliza la misma no-respuesta que vemos una y otra vez. En febrero del año pasado, Pedro Henrique de Oliveira Gonzaga, un hombre negro de 19 años, fue estrangulado por un guardia de seguridad en un supermercado de la cadena Extra en Río de Janeiro. Unos meses después, en julio, otro joven negro, esta vez de 17 años, fue torturado tras intentar robar barras de chocolate en un supermercado Ricoy, en São Paulo. Este adolescente recolector de material reciclable fue desnudado, amordazado y azotado, recreando una escena cuya ironía histórica llega a ser absurda. Ante estos casos, los supermercados dijeron, como era de esperar, que los guardias de seguridad eran profesionales de una tercera empresa pero raramente rompieron el contrato con la misma.

En Brasil, encontrar una tregua entre asesinatos para celebrar las contribuciones de sus poblaciones negras es una tarea ardua. Este año, el Día de la Conciencia Negra no estará marcado por la celebración, sino por el duelo. Pero probablemente ese duelo no durará mucho, ya que los negros brasileños y sus aliados saldrán a protestar y a hacer lo que vienen haciendo desde 1538, cuando Jorge Lopes Bixorda traficó los primeros negros a Bahía, que es luchar por una vida digna en libertad.

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