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Brasil 1964 X 2018. ¿La historia se repite?

Sabemos es que la sociedad brasileña permitió que los militares intervinieran, asumiendo que eso era necesario para proteger su preciada democracia. El resultado fueron 21 años de dictadura. English Português

Manuella Libardi
26 octubre 2018
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Portada del diario O Globo del 2 de Abril de 1964, día siguiente del golpe militar en Brasil. Captura de pantalla.

La sociedad brasileña apoyó el golpe militar de 1964. Los medios alegaron que la intervención era necesaria para impedir un golpe del presidente João Goulart. Puede que tal temor estuviera o no fundamentado. Y puesto que Goulart finalmente no intentó ese golpe, eso nunca lo sabremos.

Lo que sí sabemos es que la sociedad brasileña permitió que los militares intervinieran, asumiendo que eso era necesario para proteger su preciada democracia. El resultado fueron 21 años de dictadura.

"Resurge la Democracia!", anunció el titular O Globo, uno de los periódicos más importantes del país.

"Vive la nación días gloriosos", continúa el artículo,publicado el 2 de abril de 1964, un día después de la instauración del nuevo gobierno militar. "Porque todos los patriotas han sabido unirse, independientemente de vinculaciones políticas, simpatías o opinión sobre problemas aislados, para salvar lo que es esencial: la democracia, la ley y el orden".

O Globo estaba lejos de ser el único medio partidario del golpe militar. El Estado de São Paulo, la Folha de S.Paulo, el Jornal do Brasil y el Correio da Manhã, por citar sólo algunos, también lo apoyaron. La mayoría de los brasileños lo estaba celebrando, como se vio en las manifestaciones y marchas que tuvieron lugar en todas las grandes ciudades del país.

En 1964, la mayoría de los brasileños celebró la llegada de los militares, como se vio en las manifestaciones y marchas que tuvieron lugar en todas las grandes ciudades del país.

Pasados 54 años, el escenario es sorprendentemente similar. Los brasileños de ambos lados del espectro político están luchando en nombre de la democracia, aunque uno de los lados, claramente, no la defienda. Los que apoyan al candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro afirman que los 13 años de gobierno bajo el liderazgo del Partido de los Trabajadores (PT)  llevaron a Brasil a una de las peores crisis económicas que hayan azotado al país. Frente a Bolsonaro, en la segunda vuelta, está Fernando Haddad, que también es del PT. Su victoria marcaría un quinto mandato consecutivo para el partido.

Situación económica actual

La aversión al PT, por más justificada que sea, significa que Brasil está más cerca de 1964 de lo que le gusta admitir (o ver). El PT presenta dos caras de la misma moneda. Gobernó Brasil durante tiempos de abundancia, pero también durante tiempos duros.

Por un lado, durante los mandatos del PT, millones de brasileños salieron de la pobreza, el crecimiento de la renta de los asalariados bajos aumentó (entre 2001 y 2012, la renta del 5% más pobre creció un 550% más rápido que la del 5% más rico) y el país vivió un reducción de la desigualdad (de un coeficiente GINI de 0,59 en 2001 a 0,53 en 2012).

De las ocho recesiones económicas a las que se ha enfrentado Brasil desde los años 80, la más reciente supone la crisis en la que Brasil está sufriendo más para recuperarse.

Pero el partido también gobernó Brasil durante una recesión económica brutal, que fue seguida por uno de los más lentos ciclos de recuperación económica de la historia. En 2015, el país experimentó un crecimiento del 3,5%, que cayó al -3,6% en 2016, algo que el país no ha vivido desde 1990. De las ocho recesiones económicas a las que se ha enfrentado Brasil desde los años 80, cuando el país volvió a un esquema democrático, la más reciente supone la crisis en la que Brasil está sufriendo más para recuperarse.

Situación económica en 1964

La rápida industrialización de mediados del siglo XX transformó un Brasil rural en una creciente sociedad urbana. El número de trabajadores industriales creció hasta los 2,9 millones en 1960, casi el doble del nivel de 1940, cuando el número era de 1,6 millones.

La industria llegó a representar el 25,2% del PIB, superando el porcentaje de la agricultura, con 22,5%. Pero esta industrialización también significó una urbanización rápida y descontrolada. En 1960, el 44% de los 70 millones de brasileños de entonces vivían en áreas urbanas. La inflación se disparó, subiendo del 12% en 1949 al 26% en 1959 y a un alarmante 39,5% en 1960.

En ese escenario, la economía sufría para sostener el desarrollo. Los ahorros se depreciaron, los bancos se negaban a ofrecer préstamos a largo plazo, las tasas de interés cayeron y el gobierno se negaba a cumplir con los programas modelados de acuerdo con los del Fondo Monetario Internacional.

Además, la desigualdad continuó disparándose, con el 40% de la renta nacional yendo al 10% de la población, el 36% para los próximos 30% y el 24% restante repartido entre los 60% más pobres. Los gobiernos locales tuvieron dificultades para formular un plan económico que satisficiera a los acreedores y mantuviera en marcha el comercio al mismo tiempo.

Violencia

Para empeorar el escenario, Brasil recientemente superó su propio récord de homicidios, llegando a 63.880 asesinatos en todo el país en 2017, un aumento del 3% con respecto al año anterior. Los crímenes relacionados con l narcotráfico se han disparado, y la mayoría de las víctimas proceden de comunidades marginadas, que están legítimamente frustradas con la situación. Se sienten abandonados y tienen todo el derecho de estar decepcionados con el partido que, supuestamente, debía defender mejor sus intereses.

Los brasileños son rehenes en sus propios barrios y comunidades. No se sienten seguros caminando por las calles en que crecieron. El único candidato que ofrece una solución rápida a su demanda de seguridad es Bolsonaro.

Desafortunadamente, su solución no es sólo inviable y engañosa, sino que también es muy peligrosa. Bolsonaro prometió armar a la población para que los ciudadanos puedan protegerse, a pesar de que muchos estudios demuestran que más armas resultan en más violencia, y no al revés.

El PT ha fallado, así como los movimientos sociales de izquierda, y esto dejó un vacío que progresivamente pasó a ser ocupado por fuerzas derechistas, en especial de extrema derecha.

Pero lo único que las poblaciones marginalizadas ven es alguien que habla con ellos y ve su situación mientras que los partidos izquierdistas aparentemente los olvidaron, dejándolos en las manos del tráfico de drogas.

El PT ha fallado, así como los movimientos sociales de izquierda, ly esto que dejó un vacío que progresivamente pasó a ser ocupado por fuerzas derechistas, en especial de extrema derecha, que saben exactamente cómo transformar cuestiones reales en mentiras incendiarias para favorecer su causa.

La amenaza"comunista", 2018

Cualquiera que ya haya conversado con un partidario de Bolsonaro ha escuchado la palabra "Venezuela" repetida como un mantra. Si gana el PT , Brasil será la próxima Venezuela, afirman. La extrema derecha brasileña plantea una batalla casi quijotesca contra la venezolanización de Brasil.

Por medio de "fake news", divulgadas principalmente a través de WhatsApp - asunto por el que se está investigando a Bolsonaro - la derecha nacional promueve la noción de que el PT es equivalente al gobierno chavista de su vecino del noroeste, ya que ambos eran, de hecho, aliados al principio de los años 2000.

El temor a ser tachado de comunista es tan grande que Haddad optó por abandonar el rojo característico de su partido, sustituyéndolo por el verde, amarillo y azul de la bandera durante la campaña.

Este temor ha agitado una retórica sobre el retorno del comunismo. Tanto, que Haddad optó por abandonar el rojo característico de su partido durante su campaña, sustituyéndolo por el verde, amarillo y azul de la bandera, tras una primera ronda que resultó difícil.

Cada institución y persona que critica a Bolsonaro, o "El Mito" como sus seguidores lo llaman, son llamados "comunistas", incluyendo medios de centro-derecha tan conocidos como The Economist, que llamó al candidato de extrema derecha de "la más reciente amenaza en América Latina" en su edición de septiembre, o al politólogo y economista Francis Fukuyama, conocido por su defensa de las democracias liberales y del capitalismo de libre mercado.

 "Muchos brasileños parecen pensar que soy comunista porque estoy preocupado por la presidencia de Bolsonaro. Y ustedes piensan que los estadounidenses están polarizados ..." escribió Fukuyama en su cuenta de Twitter a principios de este mes.

El temor a seguir un camino parecido al de Venezuela, con una inflación de 1.000.000% y una emigración masiva, podría no ser totalmente infundado. Sin embargo, el candidato con mayor probabilidad de provocarlo no es Haddad o el PT, sino el propio Bolsonaro.

Tal como Hugo Chávez antes y Nicolás Maduro tras él, Bolsonaro es un populista. A pesar de pertenecer a polos opuestos del espectro político, el populista brasileño se parece más a los chavistas de lo que sus seguidores les gusta admitir. Como Chávez, Bolsonaro lidera una campaña que critica el sistema político y ataca el llamado establishment.

Esta estrategia populista, aunque eficaz en las encuestas, tiende a provocar una crisis institucional, especialmente en América Latina, como muestran ejemplos como el de Perón en Argentina, Fujimori en Perú o Rafael Correa en Ecuador.

Tal como lo fuera Hugo Chávez antes, y Nicolás Maduro tras él, Bolsonaro es también un populista. 

Pero aún es más importante la similitud de Bolsonaro con Chávez gsi tenemos en cuenta su conexión con el ejército. Bolsonaro, ex capitán en la reserva del Ejército, se refirió públicamente a la dictadura militar como un período "glorioso" en la historia de Brasil, y afirmó que, bajo la dictadura militar, Brasil disfrutó de "20 años de orden y progreso". Además, como compañero de candidatura, Bolsonaro escogió al general retirado del Ejército Hamilton Mourão, que ya mostró que no tiene miedo de enfrentarse a Bolsonaro.

 La amenaza comunista de 1964

Tras la crisis de los misiles de Cuba, que marcó el auge de la Guerra Fría, el mundo se encontraba fuertemente dividido entre el bloque comunista del Este y el bloque Occidental capitalista. Aunque Brasil formaba parte del llamado Tercer Mundo, y era un país miembro de los estados no alineados, las tensiones de la Guerra Fría también se vivieron en la sociedad brasileña, particularmente entre la elite financiera, que usó la "amenaza roja" para influir en los votos de acuerdo a sus intereses.

Temiendo una revuelta masiva, supuestamente instigada por el comunismo internacional, las élites y los medios difundieron el temor de que, con un gobierno del izquierdista João Goular, Brasil se iba a convertir en Cuba.

La renuencia de esa élite a compartir los beneficios de la riqueza de Brasil con la mayoría de la población, sumió al país en una crisis a principios de la década de 1960. Temiendo una revuelta masiva, supuestamente instigada por el comunismo internacional, las élites, junto a los medios de comunicación, difundieron el temor de que, con un gobierno del izquierdista João Goulart ,Brasil se iba a convertir en Cuba.

El gobierno de Jânio Quadros (enero-agosto de 1961) y después el de João Goulart (1961-64) volvió a abrazar la gente, en referencia a los pobres de las zonas rurales, lo que generó la imagen de la existencia de un creciente proletariado listo para unirse a un gobierno reformista contra el privilegio de la élite y el imperialismo de Estados Unidos.

La amenaza de una supuesta revuelta popular sacudió a la sociedad brasileña, llevando a Estados Unidos a inyectar dinero directamente en los estados, saltándose al gobierno federal, en un intento de ayudar a las elites capitalistas, una ayuda que los empresarios brasileños aceptaron con gusto. Y, temiendo un régimen semejante a Cuba, los brasileños aceptaron la instalación de una tropa asesina en el poder.

¿Qué responderás dentro de 50 años?

Han preguntado a sus padres y profesores en algún momento sobre la segunda dictadura civil-militar que azotó el país: ¿Cómo permitimos que eso sucediera?

 Los brasileños, que crecieron después de la redemocratización de los años 80 han preguntado a sus padres y profesores, en algún momento sobre la segunda dictadura civil-militar que azotó el país: ¿cómo permitimos que eso sucediera?

Independientemente del resultado del domingo, estamos viviendo cómo ese proceso se repite hoy. 

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