Para afianzar la gran alianza que quiere construir, el nuevo presidente tendrá que trabajar en construir confianza, sobre todo entre los inversionistas, para mantener el crecimiento del país.
“La clave está en llegar a consensos, conversar con todos los agentes posibles antes de que se presente algo, para generar confianza. Una cosa son las propuestas durante la campaña, otra las propuestas de política, y otras lo que realmente ocurre: hay que tener en cuenta los contrapesos en el congreso”, afirmó Renzo Merino, analista de la calificadora de riesgo crediticio Moody’s para riesgo soberano de Colombia.
Aunque parte de la credibilidad de Petro ante sus electores pasa por no flexibilizar sus propuestas en exceso, Merino tiene razón: el presidente colombiano necesita llegar a acuerdos con los empresarios y los inversionistas si quiere tener las riendas económicas de Colombia y asegurarse fondos para sus políticas sociales y ambientales.
Otro punto que definirá el éxito o fracaso económico del mandatario será la reforma tributaria. Será difícil que el texto que llegue al Congreso le dé confianza a todas las partes, sobre todo a la ciudadanía; pero de no ser así, Petro podría enfrentarse a una nueva ola de protestas.
En la cumbre del Pacto Histórico, la coalición que ganó las elecciones, el recién nominado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, anunció que el Gobierno electo presentará al Congreso el proyecto de reforma tributaria el 8 de agosto. Según Ocampo, la meta es recaudar 25 billones de pesos colombianos (5800 millones de dólares) para, gradualmente, aumentar esa cifra a 45 o 50 billones. La propuesta, según declaraciones de Ocampo en entrevista con El Espectador, suavizará la carga tributaria para las empresas, pero la hará más pesada para las personas naturales, aunque no tocará la canasta familiar de los pobres. La reforma de Petro y Ocampo debe ser amable bien con la clase media y baja, si no quiere tener problemas serios para lograr su aprobación.
Según cifras del Centro de Memoria Histórica, más de la mitad de las tierras de Colombia (52 por ciento) está en manos del 1,5 por ciento de la población; lo que hace evidente que una reforma agraria es otra deuda pendiente en Colombia. Petro ha prometido que buscará disminuir la desigualdad en la propiedad rural, desincentivando los latifundios y subiendo los impuestos a la propiedad rural que no esté en uso. Para lograrlo, pondrá en marcha una reforma agraria que, de ser exitosa, saldará una deuda histórica con los campesinos colombianos en nombre de la cual se libró una devastadora guerra de 5 décadas con las FARC.
La otra gran apuesta económica de Petro es la de crear un nuevo sistema pensional. En campaña prometió aumentar la participación estatal en el sistema pensional del país, en el que actualmente tiene gran protagonismo el sistema financiero privado.
Aunque representa uno de sus mayores retos, si logra crear un sistema que beneficie a todos, podría asegurar pensiones con garantías para la vejez. El sistema actual, que se creó e impuso en a comienzos de la década de 1990, está comenzando a tener sus primeros pensionados. Sin embargo, muchos se quejan de que los montos de las jubilaciones son paupérrimos y distan de los que solían proveer los antiguos sistemas, que contaban con mayor protagonismo estatal.
La batalla con los grandes intereses vinculados a los planes de pensiones será dura. Economistas como Mauricio Santamaría, director del centro de investigación ANIF, asegura que las propuestas de petro se centran en torno al fortalecimiento del régimen público lo que, de entrada, no soluciona los problemas de fondo del sistema pensional que son el desfinanciamiento debido a los altos índices de informalidad en el país: el 43,5 por ciento del país vive de actividades informales.
El enorme reto ambiental
El tercer gran reto del nuevo presidente colombiano es, sin duda, cómo poner en marcha las políticas y estrategias ambientales del país que anuncia su programa. Aunque tiene muchas urgencias que atender –como frenar la deforestación, y detener el asesinato de defensores ambientales –, la dificultad más grande será cambiar la política mineroenergética de Colombia y a la vez encontrar financiación para sus propuestas y para el sector ambiental.
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