Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés), el epicentro del sismo, que fue de 10 kilómetros de profundidad, se ubicó a 12 kilómetros de la ciudad de Saint-Louis du Sud.
Los daños principales sucedieron en las ciudades Les Cayes, Jérémie y en la capital, Puerto Príncipe.
El domingo, el primer ministro haitiano, Ariel Henry, afirmó que la situación es dramática y declaró el estado de emergencia por un mes. También dijo que sabe que los hospitales están al tope de su capacidad, tanto por la pandemia de la Covid-19 como por el desastre, e hizo un llamado a la fortaleza y solidaridad de los haitianos para afrontar la dramática situación actual: sin presidente, con la violencia desatada y con un país destruido.
Frente a la situación, el presidente estadounidense Joe Biden autorizó una respuesta inmediata para ayudar a Haití. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, también ordenó enviar todo el apoyo posible, llamado al que hizo eco el presidente dominicano, Luis Abinader.
Lo cierto es que los más afectados son las niñas y niños y adolescentes, hecho que destacaron Save the Children y Unicef.
"Estamos profundamente entristecidos por la información sobre las víctimas y los daños causados por el terremoto en Haití", dijo Bruno Maes, el representante de Unicef en la nación caribeña, en un comunicado enviado a los medios.
Las redes sociales, por su parte, se llenaron de imágenes de la destrucción del país. Cientos de haitianos subieron fotos de edificios afectados por el sismo, mientras la prensa internacional repasaba las hemerotecas para establecer paralelismos con el terremoto que hace una década sumió al país en una crisis de la que no ha conseguido emerger.
Tormenta en medio de la crisis
Abundando en la espiral de desastres, la llegada de Grace, una fuerte tormenta tropical incrementó la sensación de frustración y desánimo.
La tormenta no solo golpeó a un país ya destruido, sino que interrumpió los operativos de rescate y búsqueda de supervivientes tras el terremoto, generando ira y tristeza entre los miles de haitianos que perdieron su hogar tras el sismo.
La tormenta azotó el suroeste del país, precisamente la zona más afectada por el terremoto. Se ha reportado que cayeron hasta 38 centímetros de lluvia antes de que la tormenta siguiera su curso.
El terremoto y la tormenta llegaron a un país que ya estaba sumido en una crisis política, de seguridad y humanitaria.
“El sufrimiento del pueblo de Haití es inmenso”, escribió ya antes del terremoto y la tormenta la activista de derechos humanos haitiana Rosy Auguste Ducéna, en unos fragmentos de sus diarios publicados por democraciaAbierta. Es un país sin norte que, después del asesinato de su presdiente, asiste impotente a una crisis política e institucional sin fin y donde las violaciones de derechos humanos son espantosas y sistemáticas, según describe la misma Rosy.
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