
Manifestación del movimiento 15M en Madrid, Olmo Calvo/Wikimedia
¿Cuáles son las posibilidades y limitaciones de los medios digitales para responder a las políticas de la mal llamada austeridad? ¿Cuáles son las opciones para la apropiación ciudadana de los medios digitales para favorecer un uso emancipador de las tecnologías? ¿Qué otros instrumentos podrían funcionar en sinergia con las prácticas online? Estas preguntas pueden ser abordadas desde las experiencias del 15-M (o movimiento de los indignados) y del partido político Podemos.
El movimiento 15-M: La respuesta ciudadana
El 15-M puso en marcha una intervención cultural en el que la acción colectiva logró introducir un poderoso discurso en la esfera pública que proporcionó una interpretación alternativa de las causas y responsabilidades de la crisis económica y social. Los mensajes producidos y compartidos online y en las plazas saltaron a las cadenas de televisión nacionales, rompiendo la espiral de silencio en los medios de comunicación tradicionales en relación a la insatisfacción de los ciudadanos con los abusos del bi-partidismo y de las instituciones financieras que pedían la implantación de medidas de austeridad.
Una de las propuestas clave del 15-M fue el giro hacia la tecno-política, basada en la idea de que un elemento clave del cambio es el conocimiento generado y compartido por una multitud conectada en el ciber-territorio (organización), para el desarrollo estratégico de usos innovadores y participativos de las plataformas online (comunicación), destinados a generar cambios en los sistemas sociales y políticos (acción social).
La aplicación de conocimientos humanísticos y técnicos permitió la apropiación de los medios digitales, lo que llevó a una proliferación de software libre, plataformas colaborativas y producción creativa. La comunicación digital entró en sinergia con la ocupación expresiva de los espacios urbanos. Como señala la 15Mpedia, las tecnologías digitales facilitaron el diálogo que se necesitaba para reunir a cientos de asociaciones que apoyarían la convocatoria de las manifestaciones del 15 de mayo. Este enfoque comunicativo de dos vías permitió a activistas y ciudadanos:
• Convertirse en productores y protagonistas de la comunicación, representándose a sí mismos y al mundo, facilitando una democratización de la producción y un aumento de la diversidad: “No nos representan”, “Democracia real YA! No somos una mercancía en manos de políticos y banqueros”;
• Establecer los marcos de discusión política: “Lo llaman democracia y no lo es”, “No somos anti-sistema; el sistema es anti-nosotros”, “Violencia es ganar 600 euros”;
• Innovar en el lenguaje y el discurso: “No hay pan para tanto chorizo [corrupción]”;
• La apropiación de la cultura de masas y la cultura popular: “Nadie espera la #SPANISHREVOLUTION”, una referencia al “Nadie espera la Inquisición Española” de los Monty Python;
• Promover y experimentar el cambio: “El cambio empieza en ti”;
• Compartir un sentimiento de pertenencia a una colectividad, también entre personas de regiones diferentes: “Hagamos juntos algo nuevo”;
• Dar forma a las identidades a través de las prácticas colectivas: “Esto solo lo arreglamos sin ellos”, en respuesta a la propuesta del gobierno de que “todos estamos en el mismo barco”;
• Generar intercambios afectivos y desarrollar la confianza mutua;
• Promover el empoderamiento de los ciudadanos, por ejemplo, a través de actuaciones de rumba dentro de los bancos que han sido vistas en YouTube medio millón de veces: “Esto no es crisis; se llama capitalismo”;
• Extender la sensación de esperanza, por ejemplo, con la orquesta Solfónica tocando la “Oda a la alegría” en las plazas llenas de gente y difundendo el vídeo en las redes sociales.
Se pusieron en marcha una variedad de iniciativas online, tales como cientos de bancos de tiempo para contrarrestar los efectos de la austeridad a través de una moneda basada en el tiempo que permite intercambiar servicios y conocimientos, o la creación de redes, tanto físicas como digitales, para paralizar el funcionamiento normal de Bankia, una institución financiera corrupta que fue rescatada con fondos públicos.
Después de algún tiempo, el movimiento de los indignados perdió su impulso. Su capacidad para influir en el mundo digital se redujo y muchas de las iniciativas en internet desaparecieron. Sin embargo, su espíritu se esparció en la sociedad, reflejándose en acciones experimentales como la marcha virtual de 2015 en la que miles de hologramas de personas rodearon el Congreso para protestar contra la Ley Mordaza, que penaliza el activismo social contra la austeridad y limita la libertad de expresión.
Podemos: Construyendo hegemonía
Podemos (ahora Unidos Podemos) emergió como la fuerza política que, imbuida del espíritu del 15-M, actuaría como arma electoral para el asalto a las instituciones políticas copadas por austericidas. Uno de los elementos más importantes del atractivo de Podemos ha sido su comunicación política basada en una estrategia nacional-populista que incluye ganar espacio en la televisión, el liderazgo carismático, el desarrollo de nuevas conexiones cognitivas (el pueblo vs. la casta) y una actitud audaz –todo ello con el objetivo de construir una nueva hegemonía cultural.
Un spot electoral mostraba la comunicación en los medios digitales para simbolizar la juventud que se ha visto obligada a emigrar como consecuencia de las políticas de austeridad: “Los sábados son el día más triste porque no es la mismo comentar el partido por WhatsApp que verlo juntos en el estadio”, lo que lleva a su padre a pedir a los políticos que traigan a su hijo de vuelta a casa. El candidato de Podemos aparece para compartir las propuestas del “Plan de Retorno”.
Por tanto, si la televisión ha sido fundamental en el desarrollo de Podemos, ¿qué papel han jugado los medios digitales? Podemos se ha apoyado en la ‘inteligencia colectiva’, en particular en los mensajes producidos y compartidos por los ciudadanos, tales como videos virales que atacan los puntos débiles de sus adversarios políticos producidos por simpatizantes de Podemos. Podemos también ha dedicado crecientes recursos humanos y económicos a influir estratégicamente en el entorno online. Algunas de las acciones clave del partido han consistido en:
• La formación de equipos profesionales en redes sociales que contribuyeron, por ejemplo, a convertir #Podemos25M en trending topic;
• El uso de sitios web como espacios para la transparencia financiera;
• Campañas de crowdfunding y micro-créditos para mantener la independencia respecto a los bancos;
• El uso de platformas online para la interacción y la participación ciudadana en los procesos electorales y de toma de decisiones;
• La integración de la comunicación política en la cultura popular, por ejemplo, con los videos de Spain Wars que muestran el despertar de la fuerza (del cambio) contra the power of the darkness (subtitulado PP);
• La producción de vídeos virales que fomentan la empatía entre los miembros no-politizados del público, como en las Spain Wars;
• La creación de nuevas representaciones e identidades: “El comienzo del cambio”, “Tú eres Podemos; Podemos somos todos”;
• El uso de plataformas digitales para la elaboración y difusión de su programa educativo y, más en general, para sondear el estado de ánimo general de los afiliados, activistas y la sociedad y testar el atractivo de los mensajes (como ha señalado el secretario general de Podemos Pablo Iglesias).
Podemos impulsó el proceso de construcción de hegemonía y orientó su proyecto a ganar el gobierno nacional, si bien no específicamente al desarrollo de los medios para revertir la política de austeridad en el contexto de la UE. Las coaliciones de cambio que ganaron las elecciones en municipios importantes (Madrid, Barcelona, Valencia) están examinando las posibilidades a su disposición. Por ejemplo, el ayuntamiento de Madrid en el que participa Podemos ha habilitado una plataforma en internet para el desarrollo de un presupuesto participativo—si bien la participación ciudadana ha sido escasa.
Limitaciones y dificultades en el uso de medios digitales
La explosión de emoción y las victorias en el frente cultural no deberían esconder las limitaciones de las experiencias de cambio y del papel que puedan cumplir las tecnologías digitales. De difícil gestión son especialmente los riesgos de desencanto tras los picos de esperanza. Surgen varias preguntas: ¿Los medios digitales ayudan realmente a incorporar un número sustancial de personas que no son de izquierda? ¿Esta ‘todo el mundo’ realmente involucrado en estas plataformas?
Algunas de las limitaciones al uso estratégico de los medios digitales incluyen:
• Las divisiones sociales y las condiciones materiales que afectan a la participación y usos de los medios digitales, tales como las diferencias de edad y de clase social, las condiciones laborales que conducen al agotamiento psicológico, los incentivos para el entretenimiento y la evasión;
• Internet como una red libre de escala. Frente a la idealización de la horizontalidad en el mundo online, cabe recordar que los flujos de comunicación en internet tienden a seguir una ley de potencias por la cual algunos nodos centrales (líderes de opinión) producen la mayor parte de los mensajes, que luego son compartidos por otros nodos de la red, que también pueden modificar y re-significarlos;
• El axioma de que la participación disminuye cuando la lógica burocrática se impone y los procesos son controlados y cerrados en exceso por los líderes;
• La creación de guetos politicos en redes sociales virtuales compuesta por grupos pequeños de activistas altamente politizados y educados;
• Los procesos de pensamiento de grupo (groupthink), tales como la espiral de silencio en el mundo online;
• La ausencia de alternativas potentes a Google, Facebook, Twitter o Instagram;
• Las intervenciones de los adversarios en el entorno online;
• Las dificultades para la supuesta autonomía y autoorganización online (y offline) tanto de las redes de contra-poder como del discurso en el contexto del poder de las empresas de alta tecnología, los medios de comunicación corporativos y las fuerzas políticas y económicas establecidas;
• Las dificultades para gestionar, interpretar, sistematizar e integrar una cantidad de información ingente proveniente de los ciudadanos a través de mecanismos online, hasta el punto en que algunas plataformas puedan convertirse en sitios de sobreabundancia comunicativa;
• La redundancia y la superficialidad que domina las redes digitales;
• La migración de internautas a plataformas activist-unfriendly.
Mirando hacia el futuro
A pesar de todas las dificultades para los usos emancipadores de los medios digitales, todas las revoluciones tecnológicas han abierto oportunidades para el desarrollo de diferentes tipos de transformaciones.
El futuro de las fuerzas del cambio podría radicar en su capacidad para materializar transformaciones culturales, políticas y económicas mediante la combinación de activismo social y cambios institucionales, mediados por la participación tanto en los medios de comunicación tradicionales como en los medios digitales con el fin de conectar y desarrollar redes físicas y virtuales de contra-poder a nivel local, nacional e internacional. Las dos experiencias reseñadas permiten identificar cinco áreas de acción:
- La activación de mecanismos online para canalizar las demandas de los ciudadanos contra la austeridad y a favor de los servicios públicos;
- La construcción de un nuevo consenso cultural con las mayorías;
- La exploración de las posibilidades de internet para la combinación de participación y eficacia en la toma de decisiones, autonomía y solidaridad, humanismo y profesionalismo;
- La promoción de intervenciones de pequeños grupos que puedan perturbar el funcionamiento de instituciones poderosas o proporcionar información estratégica;
- La regulación ciudadana y pública tanto de internet como de los medios masivos como bienes comunes.
Los proyectos de cambio social también pueden centrarse en las contradicciones del poder mediático para aprovechar los espacios que se abren para la intervención democrática. Podemos beneficiarnos del análisis de la economía política de los medios de comunicación y la sociedad y, al mismo tiempo, promover el lado afectivo y lúdico del cambio social con el fin de despertar tanto nuestro ser político como la política del ser. A medida que el proceso de aprendizaje continúa, la cuestión clave sigue siendo si un conjunto de estrategias complementarias se puede aplicar en la práctica para transformar Europa en una dirección democratizadora.
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