En los Estados Unidos, las mujeres que matan a sus parejas masculinas son condenadas a cumplir una media de 15 años, mientras que los hombres que matan a sus parejas femeninas sólo son condenados a cuatro años. La ACLU ha publicado una letanía de castigos desmesurados que las mujeres estadounidenses reciben cuando se salen de sus roles tradicionales.
A pesar de la mayor concienciación, la tasa de feminicídio, o asesinatos de mujeres y niñas, está aumentando considerablemente en México, así como en otras partes del mundo. Según las Naciones Unidas, muchos países están comunicando índices más altos de violencia doméstica y de género, a pesar o debido a los cierres por la pandemia. Factores como el aumento del estrés económico y psicológico y la desviación de recursos comunitarios de los servicios para la mujer están contribuyendo a la crisis.
El 10 de febrero, Alexis escribió algo preocupante en su página de Facebook. “Ayer me sucedió algo de lo cual no quiero hablar, pero que me llevó a un mundo de pensamientos que no logro sacar de mi cabeza. ¿En dónde comienza y en dónde termina la fragilidad de una mujer, según nuestra sociedad?”
Quizás nunca sepamos qué pasó ese día, pero las siguientes palabras son no sólo proféticas sino también revelan a una mujer verdaderamente fuerte y valiente.
“Nadie le va a prohibir a mis ojos la satisfacción de mirar el cielo brillar cada mañana, nadie le va a impedir a mi piel ser tocada con amor y consentimiento, nadie me va a robar mis sueños, ni arrebataran suspiros a mi boca que no sean de placer y felicidad. Primero muerta antes que permitir que ustedes, seres asquerosos, me maten”.
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