Aquellos que conocen Cuba, que han tenido el privilegio de escuchar a comunistas, opositores, indiferentes y jóvenes ansiosos por algún cambio es probable que coincidan en que la ineficiencia económica del modelo, las desigualdades entre el Vedado, la Quinta Avenida y la Habana Vieja, la ausencia de libertad de opinión, la pobreza del pensamiento único, la imposición de candidatos, está relacionada con la ineficiencia del gobierno. De todo lo mencionado no es responsable el embargo.
La ineficiencia pertenece a un manojo de hombres (casi no existen las mujeres en los puestos de jerarquía del gobierno cubano) que se apoderaron del país, se asociaron con la Unión Soviética primero y con Hugo Chávez después para poder sobrevivir aferrados a un modelo político y económico condenado a sucumbir.
Actualmente, sin el monopolio de la comunicación, sin Fidel y sin los dólares de Chávez, el presidente Miguel Diaz Canel tuvo que transitar, sin carisma, legitimidad o dólares, el gobierno de Donald Trump y la pandemia de COVID 19 que asfixiaron al sector turismo, central para la entrada de divisas.
Causas para el 11 de julio
La llegada de internet rompió la fantasía del pensamiento único. El reordenamiento económico trajo escasez y desigualdad. La pandemia quebró el mito de un sistema de salud con niveles similares a los países más avanzados.
La escasez de productos básicos y la falta de empatía de la dirigencia que mantenía un discurso lleno de frases vacías podrían haber sido los detonantes de las manifestaciones del 11 de Julio. Por ejemplo, el programa Mesa Redonda de la televisión oficial tuvo el 30 de junio, cuando los números de contagios de COVID ya crecían, una emisión dedicada a un discurso de Fidel realizado 60 años atrás. El día 12 de julio, un día después de las protestas, ese mismo programa presenta “Cuba frente al neoplattismo, la subversión y el imperio”. Los gobernantes viven en una burbuja donde la lógica de la guerra fría sigue vigente. Los cubanos luchan cotidianamente en la vida real.
Los jóvenes que salieron espontáneamente a la calle no vivieron la revolución. No fueron seducidos por el discurso cautivador de Fidel. Muchos de ellos eran muy jóvenes cinco años atrás cuando murió el líder. Nunca se convencieron de los sacrificios por la revolución, que en 62 años no logró ni igualdad ni desarrollo. La falta de liderazgo y la torpeza comunicativa de Miguel Diaz Canel fueron cruciales para la rebelión del 11 de julio.
La falta de un proyecto y de un futuro, sin expectativas y ante un discurso viejo, repetido, estático que insiste en que la culpa siempre es de Estados Unidos, condimentaron la furia ciudadana.
En este contexto, la aparición de los jóvenes artistas del Movimiento San Isidro y del movimiento 27N fue una demostración del hartazgo. No son opositores. Piden por la libertad de expresión. Entonces, no es una sorpresa que cubanos y cubanas, el 11 de julio se lanzaran a las calles vestidos de ciudadanos enfrentando a esa vieja revolución que se niega a asumir su fracaso.
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