
Serie "Discriminación a personas mayores LGBTIQ+ en Venezuela": 3, Williamny
Tener una cédula que corresponda a su identidad de género es un sueño inalcanzable para las personas trans en Venezuela

La salsa suena a todo volumen en la peluquería La Gitana. La música se mezcla con ruidos de secadores de pelo que trabajan a toda potencia. La voz del salsero Eddie Santiago se escucha desde la esquina del frente del negocio en el casco histórico de Petare, el barrio más grande de Latinoamérica, en Caracas.
Dentro del salón, atendiendo a una clienta, está Williamny Carrillo . Lleva el pelo teñido de amarillo, los parpados brillantes, labios rojos y cejas tatuadas. Le gusta estar siempre arreglada y maquillada. Es una mujer de 55 años de edad, pero en su cartera carga un documento de identidad que no la representa.

Valeria Pedicini
La primera vez que fue a sacarse la cédula de identidad como Williamny Carrillo, ella ni siquiera pensó que eso sería un problema. Maquillada, cejas tatuadas y con su pelo largo suelto se fue hasta el centro de Caracas a la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (ONIDEX), ahora conocido como el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME).
Cuando llegó el momento de tomarse la fotografía que acompaña su documento de identidad le dijeron que no podía hacerlo si lucía de esa manera. Cuando preguntó la razón, la respuesta fue: “Es que tú eres un hombre”. Williamny insistió, cómo no iba a poder hacer el trámite luciendo como una mujer si eso era. Ante la negativa y lo que pensó sería una mala idea de estar sin cédula, no vio otra opción.
Se quitó el maquillaje que tanto le gustaba, le amarraron el pelo en una cola baja y se lo escondieron en la capucha del suéter que llevaba puesto. Más de 25 años han pasado y las órdenes que recibe cada vez que va a renovar su documento de identidad son las mismas.
Y Williamny, que como mujer trans en Venezuela libera en cada ocasión una lucha difícil de ganar, se mete en lo que ella misma llama “el disfraz de parecer un hombre”. Negar quien es por un documento. “No puedo estar sin cédula, ¿cómo voy a andar por la calle así?”.
No ha sido fácil
Williamny, de 55 años, sabía a lo que se estaba enfrentando cuando entendió que su identidad de género no correspondía con su aspecto. Desde temprano supo que no sería un camino fácil si quería “salir del closet” y que tendría que vivir con el rechazo y la vulneración de sus derechos.
“Ahora puede ser un poco más fácil, pero en aquella época había mucho prejuicio”. Los primeros ataques fueron en el colegio, cuando no sabía muy bien lo que pasaba con ella, solo sentía que no encajaba con el resto. Por eso sus compañeros la molestaban, insultaban y golpeaban entre varios a la hora del recreo o a las salidas.
En su barrio 24 de Marzo, en Petare, fue la primera persona del sector en reconocer públicamente su identidad de género. Cansada de fingir en su casa, decidió que era momento de vivir en libertad. Sentía las miradas y los cuchicheos de los vecinos. Pero asegura que su experiencia le ha abierto el camino a más personas LGBTI+ en su barrio.
En Venezuela, las personas trans son lo más parecido a inmigrantes ilegales pero en su propio país. No tienen identificación
Ahora es un poco distinto. Por donde sea que camine en su sector, alguien la reconoce y la saluda con cariño, pero todavía recuerda cómo en la calle le lanzaban tomates cuando la veían pasar. El rechazo de su propio padre biológico y de su hija han sido un golpe muy duro. Ella, que dice ser un libro abierto para hablar sin problemas de su vida, le cuesta hacerlo cuando recuerda los abusos sexuales que ha sufrido. Si eso pasa, se seca rápido las lágrimas y sonríe. Tantos años de resistencia no han sido en vano.
Williamny quería estudiar para ser veterinaria. Ama los animales y su casa es la prueba de ello: un perro, un loro, cinco pajaritos y dos palomas que se encontró en la calle. Pero no tenía los recursos para pagarse la carrera y su padre se los negó “por ser marico”.
Pensó que tendría que buscar algún oficio con el que pudiera subsistir. Así llegó al mundo de la peluquería, un espacio que le ha permitido estar en un lugar seguro. En La Gitana, una reconocida peluquería de personas LGBTIQ+, ha trabajado por más de 30 años. Ahí no importó su apariencia o su nombre en la cédula.
Para las personas trans encontrar trabajo puede ser un proceso complicado, por eso Williamny se sabe afortunada. Y desde entonces pasa sus días entre tintes, ruido de secadores y clientes que le cuentan sus secretos mientras ella les corta el pelo.
¿Un sueño imposible?
Hace mucho que Williamny Carrillo detuvo su proceso de hormonización. Tendría alrededor de 20 años cuando decidió que no quería seguir sometiéndose a tantos químicos. Cuenta que tampoco le ha dado mucha importancia a su genitalidad. La operación no le quita el sueño.
Lo que sí mortifica a Williamny es el nombre en su cédula de identidad. “Esa persona ya se murió hace muchos años”.

Valeria Pedicini
A pesar de que siente que la sociedad venezolana actualmente es más abierta y entiende mejor a las personas LGBTIQ+, sigue teniendo que enfrentar situaciones incómodas al presentar su cédula de identidad.
En el banco, donde le fue difícil abrir una cuenta bancaria para poder tener su dinero. En los supermercados, donde la miran con suspicacia cuando entrega su documento. Recuerda que una vez fue a Colombia a visitar a una pareja y en todas las alcabalas la detuvo la policía a revisarla a ella y su cédula de identidad muchas veces.
“Me costó salir de Venezuela porque me tuvieron ahí detenida en la frontera como media hora. Investigando, averiguando mi número de cédula, donde vivía yo, qué hacía. No detuvieron a más nadie, solo a mí”, dice.
El derecho a la identidad para las personas trans en Venezuela no existe
Tamara Adrián, abogada, exdiputada y mujer trans explica que en el país no ha habido reconocimiento de identidad de ninguna persona trans desde el año 1998, con la llegada a la presidencia de Hugo Chávez. “Entre los años 77 y 99, hubo alrededor de 150 reconocimientos de identidad por vía judicial de personas trans. Desafortunadamente cuando llegó Chávez al poder una de las cosas que hizo fue sustituir a todos los jueces que existían por jueces designados a dedo. Y si algo tenían en común era la obsecuencia al régimen y la ausencia de capacitación. Desde el punto de vista jurídico, te conviertes en algo terrible”, dice Adrián.
Mientras eso ocurría en Venezuela, el resto de países de la región avanzaba en materia de reconocimiento de derechos humanos de las personas LGBTIQ+.
Existe un vacío en la aplicación de la legislación vigente. El artículo 146 de la ley orgánica del Registro Civil establece el derecho al cambio solo del nombre. “Toda persona podrá cambiar su nombre propio cuando este no se corresponda con su género, afectando así el libre desenvolvimiento de su personalidad”. Pero al momento de su aplicación, las autoridades no cumplen con lo establecido.
“En Venezuela, las personas trans son lo más parecido a inmigrantes ilegales pero en su propio país. No tienen identificación y no tienen manera de realizar ningún acto de la vida más usual porque al no tener papeles, simplemente estás más allá de los límites de la sociedad. Tienes que trabajar en el mercado negro, no puedes estudiar, no puedes tener una vivienda digna y así sucesivamente”, asegura la abogada.

Valeria Pedicini
Para el caso de personas de la tercera edad, Adrián resalta que al no poder tener garantizado su derecho a la identidad, no pudieran ingresar en el sistema de una casa de acogida para personas de la tercera edad. “Yo he visto a adultos mayores que vuelven al closet para poder estar en un sitio así. En el caso de una lesbiana se puede ocultar, pero en el caso de las personas trans algunas empiezan a revertir su proceso de transición”, dice
No tienen una vejez digna. Si las personas de la tercera edad en Venezuela ya deben enfrentar un país en crisis, con una profunda Emergencia Humanitaria Compleja desde al menos cinco años y la vulneración de sus derechos, a las personas trans se le suma otro factor: no ser reconocidos.
La vida en Venezuela es difícil y cara. El dinero no alcanza lo suficiente y son muchas las veces que se presenta la decisión entre comprar comida o darse un gusto. Williamny lo sabe de primera mano viviendo en Petare. Aunque con trabajo y sus clientes, no hay nada que la detenga. Pero uno de los grandes anhelos de Williamny es poder tener su nombre en su documento de identidad. Dice que sería la primera en la fila el día que eso sea aprobado y no le importaría pasar por cuánto trámite legal sea necesario.

Valeria Pedicini
Por ahora solo puede soñar. Siente que desde el Gobierno no hay ningún interés en reconocerle su identidad de género. “Solo nos buscan cuando quieren votos. Ahí sí somos ciudadanos”.
Williamny dice con tristeza y resignación que el día que muera, ni siquiera ahí va a poder decir quién era: una mujer trans.
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