Érika Hilton, concejala negra y transexual del PSOL de São Paulo, el martes de esta misma semana reportó a las autoridades las amenazas y ataques transfóbicos y fascistas que sufrió dentro de la Cámara Municipal la semana anterior.
Para Carol Iara no queda duda. Ella fue víctima de violencia política, como escribió en su Twitter.
“Ayer sufrí un atentado político, con disparos de madrugada, frente a mi casa. Mi familia y yo estamos bien, ¡pero una co-concejala travesti fue amenazada! Pero a mí no me callarán. Estoy bien y agradezco la solidaridad de todes por su gran apoyo.
¡No te metas conmigo, porque no estoy sola!”
El país de la violencia
Entre 2015 y 2017, la población LGBT en Brasil sufrió 24.600 casos de violencia, según un estudio reciente de la Fundación Oswaldo Cruz. Según datos del Transgender Murder Monitoring (TMM) para 2020, 152 personas transgénero fueron asesinadas en Brasil, que reportó la gran mayoría de número de casos en el mundo, el 43% del total, seguido de México con 57 muertes y Estados Unidos, con 28.
Pero la violencia es seguramente mucho más alta, toda vez que organismos estatales casi nunca incluyen la causa subyacente de casos de violencia contra personas LGBT.
Sin embargo, hay evidencia anecdótica suficiente para sugerir que la violencia contra grupos LGBT ha aumentado con la popularización de la retórica extremista de derecha radical, en ascenso en todo el mundo y encabezada en Brasil por Bolsonaro.
Un reporte realizado por el medio brasileño Gênero e Número registró que el 50% de los entrevistados sufrieron algún tipo de violencia debido a su orientación sexual durante o después de las elecciones presidenciales de 2018. El 92,5% de ellos afirmó que la violencia aumentó después de la campaña de Bolsonaro.
La resistencia trae visibilidad
Brasil lidera esos rankings año tras año. Las noticias de asesinatos y violencia contra personas trans y LGBT en general, casi nunca se tornan virales o mainstream.
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