democraciaAbierta: Analysis

Bolsonaro pierde aliados ante su catastrófica gestión de la pandemia

Con más de 4.000 muertos diarios por Covid-19, Bolsonaro va perdiendo aliados en el país y en el extranjero continuamente. ¿Está el presidente autoritario de Brasil ante el principio del fin de su mandato?

Manuella Libardi
8 abril 2021, 5.17pm
El presidente Jair Bolsonaro durante un acto en Sao Sebastiao en Brasilia, Brasil 5 de abril de 2021.
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REUTERS/Adriano Machado/Alamy Stock Photo

Jair Bolsonaro se está quedando sin opciones.

El presidente brasileño, cada vez más aislado, se enfrenta a una crisis política desestabilizadora que parece haber alejado a sus partidarios, así como a una pandemia que ha devastado el país sin piedad.

Ante los recientes hechos que muchos consideran un intento ilegal de cooptación de las Fuerzas Armadas del país y un creciente número de muertes por Covid-19 que no da señales de disminuir, las críticas a Bolsonaro ganan fuerza.

Su decisión de despedir al ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, y las dimisiones de tres mandos de las Fuerzas Armadas han sido consideradas por muchos opositores como un intento de golpe de Estado.

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El cinismo de Bolsonaro sobre la crisis sanitaria contrasta con la situación dentro de su administración

Las crisis políticas del gobierno Bolsonaro se suceden mientras Brasil registra un nuevo hito macabro. El martes 6 de abril, el país superó las 4.000 muertes diarias por primera vez desde que comenzó la pandemia. Esto hace que Brasil sea actualmente responsable de una de cada cuatro muertes por Covid-19 en todo el mundo y eleva el número de muertes nacionales a más de 340.000.

De las 27 capitales de estado de Brasil, 21 tienen más del 90% de las camas de UCI en los hospitales públicos ocupadas, un récord desde que comenzó la pandemia. Si el ritmo actual de contagio continúa, Brasil alcanzará las 5.000 muertes diarias este mes, según las estimaciones de Fiocruz.

Si depende de Bolsonaro, las infecciones seguirán aumentando. Tras más de un año de pandemia, el presidente, que se ha referido al virus como una "fantasía" propagada por los medios de comunicación y los gobernadores de los estados, sigue minimizando su gravedad.

Dirigiéndose a un grupo de simpatizantes frente al Palacio de la Alvorada, en Brasilia, en la noche del martes, tras conocerse la cifra diaria de muertes, Bolsonaro criticó las medidas adoptadas por gobernadores y alcaldes para contener el virus. En dos ocasiones, ignoró a una mujer que le preguntó por las más de 4.000 muertes mientras enumeraba las posibles consecuencias de quedarse en casa, como la depresión, el aumento de peso y la hipertensión.

"Cuando encierras a uno en casa, ¿qué hace en casa? Dudo que no haya ganado un poco de peso. Lo dudo. Incluso a mí me creció un poco la panza", dice Bolsonaro en el video.

El presidente volvió a decir que el virus era un bulo mediático, afirmando que podría acabar con la crisis en "cinco minutos" si pagara a los principales medios de comunicación del país como hicieron, dijo, "los gobiernos en el pasado"

Perdiendo apoyo

El cinismo de Bolsonaro sobre la crisis sanitaria contrasta con la situación de descomposición dentro de su administración. El primer golpe se produjo el 29 de marzo, cuando Ernesto Araújo se vio obligado a dimitir como ministro de Asuntos Exteriores tras semanas de crecientes presiones, no sólo del Congreso y de su propio ministerio, sino también del lobby empresarial y de inversores.

Actor clave en el gobierno Bolsonaro, la misión de Araújo era mantener una estrecha relación con el ex presidente estadounidense Donald Trump. Así, Araújo impuso cambios sin precedentes en la política diplomática de Brasil, distanciando al país de sus aliados tradicionales y alineándolo con (pocos) nuevos.

Araújo ha culpado notoriamente a China de la pandemia durante el 2020. En abril del año pasado, acusó a China de crear el "comunavirus" para "construir un orden mundial sin naciones y sin libertad".

Su tensa relación con el principal socio comercial de Brasil y antiguo aliado político hizo que China pasara a la ofensiva a principios de año, en un momento en que Brasil necesita desesperadamente vacunas. En enero, el embajador chino en Brasilia, Yang Wanming, advirtió que China sólo liberaría los insumos necesarios para producir las vacunas Coronavac y AstraZeneca en Brasil si Araújo dimitía.

Pero la salida del ministro de exteriores provocó un terremoto. Apenas unas horas después de que Araújo presentara su dimisión, Bolsonaro despidió al ministro de Defensa, Azevedo e Silva, por negarse supuestamente a politizar las Fuerzas Armadas, lo que desencadenó una crisis político-militar no vista desde la dictadura, una medida interpretada por muchos en la oposición como un intento de golpe de Estado.

En respuesta a la renuncia de Azevedo e Silva, los comandantes de las tres Fuerzas Armadas, Edson Pujol (Ejército), Ilques Barbosa (Armada) y Antônio Carlos Moretti Bermúdez (Fuerza Aérea), acordaron dimitir conjuntamente, aunque Bolsonaro los despidió antes de que pudieran presentar públicamente sus renuncias. Es la primera vez que los comandantes de las tres Fuerzas Armadas dejan su cargo al mismo tiempo desde el fin del régimen militar en 1985.

Cuando Bolsonaro pidió ayuda a "mi Ejército" (después de todo, el presidente es ex capitán del ejército brasileño) para evitar que gobernadores y alcaldes impusieran bloqueos en marzo, los generales se mantuvieron firmes. En una carta de dimisión, Azevedo e Silva destacó que durante su mandato preservó "las Fuerzas Armadas como instituciones del Estado", una clara crítica a los intentos del presidente de utilizar políticamente a los militares para sus propios fines.

Medicina amarga

Tras la renuncia de Azevedo e Silva, Bolsonaro también cambió otros cinco cargos de su gabinete, cediendo a la presión del bloque de partidos de centro-derecha conocido informalmente como Centrão, de cuyo apoyo en el Congreso depende. Los cambios se produjeron menos de una semana después de que Arthur Lira, líder del Centrão y presidente de la Cámara de Diputados – un título que Bolsonaro le ayudó a ganar a principios de este año – hablara de "medicina amarga" y de destitución si no tomaba medidas para contener la pandemia. (Bolsonaro acumula actualmente 107 solicitudes de impeachment en su contra).

Para los puestos de mando de las tres Fuerzas Armadas, Bolsonaro ha designado a militares que espera sean más flexibles, pero los últimos acontecimientos muestran que ha perdido el apoyo de sus aliados más cercanos – al menos por ahora. Las sutiles amenazas de Lira, que dijo que se oponía a la destitución cuando fue elegido presidente de la Cámara en febrero, también refuerzan la noción de que el panorama político en Brasil cambió drásticamente en marzo en medio del empeoramiento de la crisis sanitaria.

Aunque su destitución sigue siendo improbable dado que el Congreso está dominado ampliamente por las derechas, las posibilidades de Bolsonaro de ganar la reelección en 2022 parecen irse reducirnfo, especialmente con el regreso del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a la política, que otorga a la oposición de izquierdas un líder popular todavía capaz de levantar entusiasmo.

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