democraciaAbierta: Opinion

Convención Constitucional chilena termina su trabajo en medio de una maraña de desinformación

Solo el 10,5% de los chilenos han leído en su totalidad el borrador de la nueva Constitución. A tres meses del Plebiscito que deberá ratificarla nueva Carta Magna, la desinformación prolifera

Cecilia Román
1 julio 2022, 3.03pm

4th de julio de 2021. Cientos de personas se reunieron en Plaza Italia para apoyar a diferentes electores, en una caravana al antiguo congreso en Santiago, el primer día de la convención constitucional en Chile para redactar la nueva constitución.

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Matias Basualdo/ Alamy Stock

Mientras contesta esta llamada telefónica, la constituyente chilena Beatriz Sánchez está viajando a Osorno, una ciudad al sur de Chile, para reunirse con un grupo de feministas interesadas en conocer el borrador de nueva Constitución que los 154 convencionales prepararon durante 10 meses.

En mayo se acabó el trabajo de construcción de las normas constitucionales y los más de 60 constituyentes que ya no participarán de ninguna de las últimas tres comisiones del proceso -la de Preámbulo, Normas Transitorias y la de Armonización- están dedicados a difundir los artículos e informar a la población, que tendrá que votar en septiembre si aprueban o rechazan la nueva Carta Magna.

Y una de las cosas que le preocupan a Sánchez, según dice desde el aeropuerto, es la desinformación ciudadana.

“Nos hemos encontrado con mucha desinformación y hay preguntas que nos hacen y no tienen nada que ver con el texto. Por ejemplo, si es efectivo que desde ahora la gente no va a ser propietaria de la vivienda, a propósito de cómo quedó escrito el derecho a la vivienda”, relata la constituyente.

La poca lectura del borrador

La preocupación se suma a los datos que han entregado diversas encuestas sobre qué tan informada está la ciudadanía sobre el proceso y los 499 artículos que propondrá la Convención Constitucional.

Un sondeo de Pulso Ciudadano, por ejemplo, mostró que a fines de mayo poco más del 50% de los consultados había leído el borrador, aunque solo el 10,5% lo había leído en su totalidad. La otra mitad de la población (46,9) no ha leído nada hasta ahora.

Y encima, durante todo el proceso han proliferado fuentes de información inexacta, o falsa directamente, que ha complicado el trabajo de los convencionales. Por ejemplo, se difundió que se cambiaría la letra del himno nacional y que incluso se iba a modificar la bandera.

“La gente está muy asustada, cree que el Estado le va a expropiar su casa o sus fondos previsionales", comenta Valentina Miranda, convencional del Partido Comunista. "Tengo que mostrarle a la gente que el derecho de propiedad está constitucionalizado y es parecido a como lo tienen los países desarrollados. Y que el problema era que Chile tenía demasiado regulado el derecho de propiedad en la Constitución actual”, afirma.

Durante todo el proceso han proliferado fuentes de información inexacta, o falsa directamente, que ha complicado el trabajo de los convencionales.

El riesgo de la desinformación

“Siempre ha habido desinformación circulando, desde que comenzó la campaña en el Plebiscito de entrada”, explica Valentina Matus, editora general del medio chileno Contexto Factual, que dedica una buena parte de sus publicaciones a verificar información que circula en internet y otros medios, con énfasis en la Convención Constitucional.

“Cuando comenzó la Convención, había desinformación sobre las asignaciones (dineros para gastos operativos y asesores), o sobre temas de fondo, cuando ni siquiera se había abierto el debate constitucional. Una vez que comenzó el debate y se comenzaron a aprobar normas, había desinformaciones sobre cosas que no se habían aprobado o tergiversación de lo que sí se había aprobado, algo que se mantiene hasta la actualidad”, suma Matus.

Beatriz Sánchez recuerda que en el viaje que el órgano constituyente hizo a la Región de Antofagasta, en el norte, niños le preguntaron si se mantenía el himno y la bandera chilena, lo que nunca estuvo en discusión formalmente en la Convención.

De acuerdo con lo que explica la académica y especialista en fact checking de la Universidad Diego Portales, Valentina de Marval, “está estudiado que la desinformación suele generar mucho impacto en la gente, y de hecho más que las noticias positivas o verdaderas, por las emociones. Todo lo que genere morbo, ira, euforia, o que confirme los sesgos de confirmación de cada persona, siempre se va a difundir mucho más y más rápido”.

Por ejemplo, en abril se difundió un mensaje de Whatsapp que decía que ‘la República de Chile no tendrá Fuerzas Armadas Militares’ y que serían reemplazadas por Fuerzas Policiales y Fuerzas de Paz, lo que era falso. “Había una propuesta que buscaba ese objetivo, pero fue rechazada con más del 70% de los votos en contra”, complementa Matus.

El problema de la información no verificable

Pero además de la información incorrecta, se han difundido mensajes que no son -en teoría- falsos, y no pueden ser verificados porque no hablan de situaciones que ocurrieron, sino que podrían ocurrir en el futuro.

Uno de esos se dio cuando el constituyente de centroderecha, Bernardo Fontaine, afirmó que los trabajadores “no serán más dueños de sus ahorros previsionales” si entran en vigencia las normas sobre seguridad social aprobadas.

A pesar de que no hay nada en la Constitución que diga eso, en el borrador se contempló el derecho de propiedad y se agregaron cláusulas sobre de qué forma se debe hacer una expropiación. Los convencionales han hecho énfasis en ese punto, e incluso el mismo Presidente Gabriel Boric ratificó en su Cuenta Pública que no se tocarán esos fondos. No obstante, los mensajes como los de Fontaine no se pueden verificar, y desde la derecha defienden que es necesario difundir ese tipo de contenidos.

“Soy partidaria de que eso sí hay que decirlo. Si los fondos no van a ser expropiables, ¿por qué nunca quisieron dejar de manera explícita nuestra propuesta, que lo dejaba garantizado?”, pregunta la constituyente Geoconda Navarrete, del partido de centroderecha Evolución Política. Los convencionales de izquierda acusan al conglomerado al que pertenece Navarrete, Vamos por Chile, de difundir información falsa.

“Esas cosas uno se las tiene que decir a las personas, porque el ciudadano común y corriente te lee de forma literal. Uno sabe que puede haber una doble lectura. Y también creo que es justo decirle a la población que puede haber esa doble lectura. Ahora, ellos verán si lo acogen o no”, explica Navarrete.

A desenmarañar la desinformación

Quedan solo tres meses para el Plebiscito en el que la ciudadanía definirá, mediante voto obligatorio, si apoya o rechaza el borrador de Constitución que preparó la Convención.

Pero resta solo un mes de trabajo de los constituyentes, que después del 4 de julio serán ciudadanos comunes, por lo que los esfuerzos para convencer a la ciudadanía y hacerle frente a la desinformación tendrán que multiplicarse en estos últimos días.

“Creo que podemos hacer dos cosas: la primera es la más obvia, que es salir, juntarse con gente, activar gente. Pero hay otra pega que estamos haciendo y es importante: lo que queremos hoy y eso es lo que estamos conversando, es que la sociedad civil, organizada, que sí está a favor, que le gustó el proceso y el texto, que salga a decirlo”, afirma Beatriz Sánchez.

Sobre revertir el escenario de la desinformación, De Marval hace énfasis en la relevancia del fact checking, pero es algo escéptica. “Nunca es suficiente el fact checking por sí solo. Yo en eso tengo poca fe. Creo que la Convención misma, desde su Secretaría de Comunicaciones o la instancia que corresponde, debió hacer más cosas desde el inicio”, afirma.

Por ejemplo, más difusión sobre el proceso, el trabajo y los avances. Además, De Marval plantea que tras la publicación del primer borrador debió hacerse una campaña educativa sobre desinformación.

“Creo que un proceso educativo sobre cómo consumir información y medios es más que necesario, pero también es algo de largo plazo. Es imposible resolverlo solamente durante la campaña del plebiscito, y solamente durante lo que duró la Convención”, concluye.

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