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Importante victoria ambiental para la comunidad indígena en Ecuador

El Ministerio del Ambiente y Agua de Ecuador ha reconocido la tierra de propiedad colectiva de la comunidad indígena de San Isidro como Área de Protección Hídrica.

Tristan Partridge
14 diciembre 2020, 12.01am
Porfirio Allauca (máscara azul) con líderes indígenas de MICC y CONAIE en San Isidro, provincia de Cotopaxi, Ecuador; noviembre de 2020
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Cesar Padilla/Pachacutic Allauca

La casa de reuniones de la comunidad en San Isidro, en los Andes centrales de Ecuador, había sido especialmente decorada para una ocasión importante. En la pared exterior, un gran estandarte ostentaba el arco iris que celebra la organización indígena regional Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC). Afuera, una hoguera crepitaba en el centro de una espiral ceremonial de flores de color púrpura brillante. La ocasión: un encuentro con los líderes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).

En el orden del día: estrategias para que las comunidades indígenas de todo el país puedan colaborar en la protección de los paisajes sagrados y en la defensa de los derechos colectivos, labor en la que la gente de San Isidro ha estado involucrada desde hace mucho tiempo. Dos días después, el viernes 20 de noviembre, celebraron un hito en su campaña y una importante victoria para el activismo ambiental indígena en todo el país.

Tras años de organización y campaña, el Director Zonal del Ministerio del Ambiente y Agua de la nación confirmó la petición de la comunidad: la tierra que poseen colectivamente está ahora reconocida formalmente como Área de Protección Hídrica (APH) nacional. Esto no sólo ofrece nuevos niveles de recurso legal, sino que también crea un modelo para que otras comunidades lo sigan, en la tan necesaria protección de ecosistemas únicos.

Los residentes de San Isidro han trabajado incansablemente para conservar una zona que abarca 1071 hectáreas de las colinas del páramo de gran altitud. El páramo, un ecosistema de humedales que sólo se encuentra en las tierras de los Andes septentrionales, es de gran importancia, tanto localmente dentro del ciclo hidrológico, como globalmente en términos de cambio climático.

Al absorber las precipitaciones, filtrar el agua y luego liberarla gradualmente en innumerables arroyos y ríos, se estima que las tierras de los páramos son el origen del 85% del agua que se utiliza en todo el Ecuador para beber, para los sistemas de energía hidroeléctrica y para el riego agrícola. Estudios recientes también han confirmado los impactos mundiales de un páramo saludable, que actúa como un sumidero de carbono y, por lo tanto, ayuda a regular las pautas climáticas más amplias.

Los páramos en la provincia de Cotopaxi, Ecuador
Los páramos en la provincia de Cotopaxi, Ecuador
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Tristan Partridge

En febrero de este año, la campaña de la APH superó su primer obstáculo institucional importante cuando la solicitud fue aceptada formalmente por la Secretaría del Agua (Senagua). En ese momento, el presidente de la comunidad, Porfirio Allauca, enfatizó cómo los beneficios de cuidar el páramo se extienden más allá de San Isidro. Señaló que los ríos Cuchiwasi y Nagsiche nacen en estas montañas y que estos ríos son vitales para el suministro de agua, tanto a la ciudad local de Pujilií como a toda la región.

A nivel nacional, el páramo en su conjunto es una fuente primaria de agua potable para millones de ecuatorianos. Sin embargo, muchas áreas del páramo están actualmente bajo amenaza, tanto en Ecuador como al otro lado de la frontera, en Colombia. Las amenazas adoptan muchas formas, entre ellas los intereses mineros, la silvicultura industrial y el pastoreo excesivo.

Esto ha generado una serie de conflictos ambientales, incluyendo la defensa del páramo de Quimsacocha en la provincia de Azuay – donde la empresa china Ecuagoldmining South America S.A. tiene planes para el proyecto minero Río Blanco y la empresa canadiense INV Metals (anteriormente IAMGOLD) tiene planes para desarrollar el enorme proyecto Loma Larga de minería de oro-plata-cobre.

Al mismo tiempo, crece el interés por proteger el páramo, incluso entre las ONG y las instituciones internacionales de investigación. Sobre el terreno, la esperanza es que dondequiera que el futuro del páramo esté en riesgo, las comunidades puedan seguir el ejemplo de San Isidro y organizarse para adquirir el reconocimiento de la APH - ganando otra herramienta para usar en la defensa de estos territorios.

Alpacas en el páramo; provincia de Cotopaxi, Ecuador
Alpacas en el páramo; provincia de Cotopaxi, Ecuador
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Tristan Partridge

El páramo de San Isidro es conocido por su nombre kichwa, Chilca Tingo Chaupi Urku, y está situado a unos 20 km cuesta arriba del propio pueblo, en la provincia de Cotopaxi. Tras la reforma agraria de la década de 1960 y la abolición formal del sistema de esclavitud indígena de hacienda, estas tierras se concedieron como patrimonio a las familias de 34 "huasipungueros" (trabajadores contratados forzados en la hacienda) que formaban parte de la comunidad ancestral de Juigua San Isidro. Se trataba de personas que recientemente habían obtenido la libertad de vivir y trabajar fuera de la hacienda y que tuvieron que luchar ferozmente para adquirir derechos sobre la tierra para su comunidad. Así, el páramo ha sido durante mucho tiempo un símbolo de solidaridad. Hoy, es también un sitio de colectividad y cooperación. En los últimos decenios, el trabajo de conservación comunitaria en el páramo ha consistido en plantar árboles nativos y proteger la flora endémica, además de llevar a cabo la campaña legal para obtener la condición de área de protección.

Muchos en San Isidro también ven el páramo como un ser vivo, como "nuestro refugio" y "nuestra hermana". El páramo es simbólicamente una fuente de fuerza y también, muy tangiblemente, una fuente de vida. Como dijo la lideresa de San Isidro, María Rojas, a las noticias locales, "Si no tenemos el páramo, no tenemos agua... y sin agua, no hay vida. Sin agua no hay cultivos, no hay nada. Sin agua, moriríamos".

Sin embargo, aunque su vital importancia ecológica está ganando un mayor reconocimiento, el páramo sigue siendo visto por una poderosa minoría como una fuente de recursos naturales listos para ser explotados. Por el bien de comunidades como San Isidro y, de hecho, por el bien del mundo en su conjunto, hay una clara necesidad de un amplio movimiento ambientalista que se centre en la protección del páramo. Deberán utilizarse todas las estrategias disponibles, incluida la defensa legal de su condición de APH como área hidrológica legalmente protegida, si la sociedad en general quiere escuchar y actuar en las palabras de María Rojas y otras personas que viven en primera línea. Para tener éxito, la protección del páramo deberá ser dirigida por las comunidades indígenas y campesinas que comparten las historias más ricas y los enlaces cotidianos con estas tierras únicas. El reciente logro de San Isidro es un paso crucial para asegurar que el páramo continúe prosperando para las generaciones futuras.


Este artículo se publicó originalmente en inglés en Toward Freedom. Lee el original aquí.

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