El discurso del "Día de la Victoria" del 9 de mayo de Vladimir Putin sorprendió a la mayoría de los analistas de seguridad y comentaristas políticos. Se suponía que el presidente ruso declararía la victoria en Donbás -sea cual sea la realidad sobre el terreno- y continuaría con la guerra mientras buscaba pausadamente una solución negociada, o bien ordenaría una movilización en todo el Estado y la búsqueda enérgica de la victoria. No obtuvimos ninguna de las dos cosas.
En cambio, Putin reescribió la guerra en Ucrania como una respuesta a la agresión directa de la OTAN, que enmarcó en el contexto de la victoria de Rusia en la Gran Guerra Patria de 1941-45. Ucrania fue comparada con los nazis alemanes, y ambos se combinaron para amenazar a Rusia.
Esto puede parecer una necedad, pero ayuda a proporcionar una imagen convincente a muchos rusos, ayudados por la expansión de la OTAN hacia el este a finales de los años 90, que ha continuado más recientemente, y la estrecha relación militar forjada entre Ucrania y varios Estados miembros de la OTAN.
Aunque la OTAN, por supuesto, no empezó la guerra, Putin se enfrenta ahora a esta poderosa alianza. Políticos y militares de alto nivel dicen ahora abiertamente que el poder militar de Rusia debe reducirse tanto que será demasiado débil para amenazar a los Estados vecinos. Eso implica el fin de su régimen, lo que, para Putin, significa casi una amenaza existencial, con todos los peligros que conlleva, incluido el riesgo de una escalada con armas nucleares tácticas. Para el presidente ruso y sus asesores, tiene todo el sentido del mundo ver esto como una guerra entre Rusia y la OTAN, con todas las arriesgadas consecuencias que podría acarrear.
Putin está ahora metido en una larga guerra de desgaste, planeando desgastar tanto a Ucrania como a la OTAN para poder, por lo menos, anexionarse el Donbás y conectarlo con Crimea. Los problemas abundan, con una moral tan baja que las tropas de élite se resisten a luchar, y un reciente intento de cruzar un río para tomar las ciudades industriales de Luhansk, Lisichansk y Severodonetsk que resultó desastroso.
Hay otros dos problemas para Rusia; uno obvio, el otro no tanto. El primero es la gran cantidad de recursos que se ofrecen a Ucrania, especialmente por parte de Estados Unidos, siendo el más reciente un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares, lo que supone más del doble de todo el programa anual de desarrollo internacional del Reino Unido y se suma a otros paquetes ofrecidos por los distintos países de la OTAN.
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