Le dijeron que no volviera a hacerlo, pero unos años más tarde lo intentó de todos modos. Esa vez fue con mi hermano menor y un tío. Estuvieron a punto de llegar. Mis hermanos ya habían pasado las vías del tren, pero mi tío tiene diabetes y no puede correr mucho. Mi tío les dijo que siguieran adelante y lo dejaran. Pero mis hermanos dijeron: 'No, venimos juntos, así que volveremos juntos. No vamos a dejarte aquí solo'.
La inmigración de EE.UU. los separó cuando los atrapó. La migra devolvió a mi hermano mayor y a mi tío, no sin antes tirar sus mochilas y el celular de mi tío. Nos costó mucho sacar a mi hermano pequeño. Lo buscamos por todas partes. No sabíamos dónde estaba hasta que recibimos la llamada de protección de menores para que fuéramos a recogerlo al puente.
Eso fue hace dos o tres meses y ahora han vuelto a trabajar en la obra de construcción. Ninguno de mis hermanos ha vuelto a estudiar. Mi madre quería que estudiaran, pero ellos querían hacer lo suyo y trabajar. Creo que en parte es porque mi padre también trabajaba en la construcción; les había enseñado muchas cosas antes de morir. Antes me sentía mal porque ellos deberían de estar estudiando en vez de trabajando. Después comprendí que nos querían ayudar, querían ayudar a mi mamá con un poco más de dinero para llevar a la casa, un granito de arena. Ahora nos compran lo que necesitamos: zapatos, pantalones, camisas, todo.
Mis hermanos nunca me cuentan sus planes, ni lo que quieren hacer después. Salimos en familia, pero no hablamos del futuro. En cambio, nos acordamos mucho de mamá y papá, de las cosas que hacíamos cuando éramos pequeños. Miramos fotos, nos reímos mucho. He podido sacar un vacío, lo que tengo dentro, aparte de lo que pasó con mi mamá y mi papá. Me gusta mucho mi vida. Con el tiempo quiero volver a la escuela y estudiar administración de empresas. Quiero ir a una escuela de verdad, con profesores de verdad. Creo que así aprendo mejor.
Es curioso. Cuando era más joven me sentía feliz por lo que hacían mis hermanos. Pensaba: 'Qué padre, van a conocer el otro lado'. Pero ahora que soy mayor no siento lo mismo. Ahora tengo miedo de que alguien les haga algo si siguen intentando cruzar. O que, como ya no tenemos a nuestros padres, la protección de la infancia decida simplemente llevarnos a todos.
Esta historia forma parte de una serie de testimonios de niños y madres que viven en Ciudad Juárez, en la frontera entre México y Estados Unidos. Todos los niños fueron sorprendidos cruzando a los Estados Unidos, ya sea para seguir sus sueños personales o para traficar con personas, y ahora están recibiendo servicios de justicia restaurativa de la ONG Derechos Humanos Integrales en Acción. Los testimonios fueron preparados junto a los defensores de DHIA y han sido editados para mayor claridad. La ilustración del orador es una representación ficticia realizada por Carys Boughton (Todos los derechos reservados). El nombre del orador también ha sido modificado.
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios