En los primeros 100 días bajo Lula, las multas por deforestación y otros delitos ambientales en las regiones amazónicas han aumentado en 219% con relación al promedio de los cuatro años de gobierno Bolsonaro.
Frente a la crisis Yanomami, Lula firmó decreto que autoriza a la Fuerza Aérea a fiscalizar la tierra indígena para combatir la minería ilegal.
En su primer día como presidente, Lula restableció el Fondo Amazonía. Puesto en marcha en 2008 para captar fondos internacionales para el combate a la deforestación, la iniciativa había sido desactivada por Bolsonaro en 2019. El presidente también eliminó las donaciones internacionales destinadas al medio ambiente del techo de gasto, la regla fiscal brasileña que limita que el avance del gasto público supere al de la inflación.
Lula contra la agroindustria
Pero los desafíos de Lula frente al medio ambiente no se reducen al daño técnico y práctico dejado por Bolsonaro. El movimiento de extrema derecha que eligió a Bolsonaro se dio en un contexto de polarización de diferentes sectores de la sociedad brasileña, incluyendo la influyente agroindustria.
Bolsonaro tiene a su lado al poderoso sector agropecuario y, lo que es más importante, a sus representantes en el Congreso – conocidos como la Bancada Ruralista. Este es un obstáculo relevante para Lula, una vez que la Bancada Ruralista representa uno de los grupos más influyentes en el Legislativo.
La disputa entre los grandes agricultores y el Partido de los Trabajadores se da desde la fundación del partido de Lula, a fines de los años 80. En su ascensión, el PT abrazó la causa del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), que siguen siendo importantes aliados de Lula y los suyos. Para hacerles frente, la agroindustria brasileña siempre ha apoyado la oposición al PT a través de la que históricamente fue la coalición neoliberal encabezada por el PSDB.
Pero, a pesar de las promesas de promover una reforma agraria que hizo Lula al ser elegido presidente por primera vez en 2002, el presidente no pudo disminuir el poder de los grandes agricultores. Por el contrario, el peso de la exportación agrícola creció en sus dos primeros mandatos (2003-2010) de US$ 30.6 mil millones a US$ 76.39 mil millones, o casi el 150%, un porcentaje más significativo que el visto en el gobierno Bolsonaro (US$ 96.85 mil millones a US$ 120.52 mil millones, un alza del 24,4%).
La agroindustria y la extrema derecha
Aunque el gobierno Lula fue favorable a la agricultura industrial, un enfrentamiento ideológico siguió guiando las relaciones públicas entre ambos. Con la ola creciente de la extrema derecha que vive Brasil, la agroindustria se desplaza cada vez más a ese lado del espectro político, ayudando a impulsar el movimiento que llevó a Bolsonaro al poder.
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