Incluso en este momento oscuro, el comportamiento de la prensa hacia Bolsonaro fue ambiguo. Salvo raras excepciones, el sadismo del presidente y sus frecuentes mentiras no fueron claramente denunciados. Y nunca se dio la debida importancia a la corrupción promovida por su gobierno en el momento más doloroso para la nación. Si comparamos esta cobertura informativa con la de las acciones de "Lava Jato" -todas dirigidas a perjudicar a Lula y al PT sin presentar pruebas- podemos decir que la prensa actuó más como los asesores del gobierno, burlándose de su sadismo.
En este mismo espíritu de asesoramiento, la prensa brasileña busca poner paños calientes sobre otro ejemplo de sadismo de Bolsonaro. En una entrevista con el New York Times, Bolsonaro dijo que estaba dispuesto a comer la carne de un indígena que estaba siendo cocinado con plátanos, y que sólo no lo hizo porque nadie quería acompañarlo en sus impulsos caníbales. Este discurso tuvo repercusión internacional, por supuesto. Primero por el evidente sadismo que expresa, y segundo porque, para "explicar" y "justificar" su crueldad, Bolsonaro se inventó el cuento de que los indígenas Yanomamis son caníbales.
La campaña de Lula en esta segunda vuelta electoral decidió dar publicidad a otro de los sadismos de Bolsonaro. ¿Y cuál fue la reacción de la prensa hegemónica brasileña? Bueno, atacar a Lula, por supuesto, acusándole de "degradar" la campaña electoral. Con relación al sadismo de Bolsonaro y sus mentiras, ni una palabra. Esta prensa ni siquiera relata la forma en que Bolsonaro expresa su crueldad hacia los vulnerables (¡no es un mero detalle que la carne que dijo que comería provenga de un indígena!).
Esta semana un anciano bolsonarista dijo en un supermercado que su ídolo mataría a todos los negros, "gente fea", según él; y un profesor en Paraná hizo el saludo nazi en medio del aula.
No hace falta ser un investigador en sociología, comunicación o ciencia política para ver el sadismo como base de identificación entre Bolsonaro y su secta. Basta con ser un periodista intelectualmente honesto, algo raro en la prensa antipetista. Contra el PT, para evitar que Lula vuelva a ser presidente, esta prensa cree que todo vale, incluso hacer borrón y cuenta nueva para los sádicos.
Las preguntas finales que hay que hacerse son: ¿cuánto hay de sadismo en el comportamiento de los periodistas que, con la excusa de cumplir órdenes, se prestan a suavizar la crueldad de Bolsonaro y a normalizar su mitomanía? ¿Cuánto sadismo hay en el antipetismo de la prensa brasileña?
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios