democraciaAbierta: Opinion

Los rincones sórdidos del bolsonarismo

Como cualquier secta, el bolsonarismo interpela a sus miembros a partir de sus debilidades, miedos, rencores y resentimientos

Jean Wyllys
28 octubre 2022, 12.54pm
El congresista electo Jean Wyllys gesticula durante una sesión para elegir al nuevo presidente de la cámara de diputados en el Congreso Nacional en Brasilia, Brasil, 13 de julio de 2016
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REUTERS / Alamy Stock Photo

Tras la elección de Dilma Rousseff en 2010, la ultraderecha brasileña comenzó a adquirir nueva entidad política y espacios en la esfera pública. No por mera coincidencia fueron esas las elecciones que me otorgaron mi primer mandato como diputado federal.

Sí, Dilma Rousseff tuvo que enfrentarse a los ecos de la crisis del capitalismo financiero iniciada en 2008 en Estados Unidos -crisis que generó el movimiento "Occupy Wall Street"- y a los efectos de la llamada "Primavera Árabe" en los movimientos sociales urbanos de izquierda. Todo ello contribuyó a la erosión de su popularidad, puesta en marcha por la prensa de derechas, hegemónica y anti-Petista.

Sin embargo, Rousseff tenía un enemigo oculto -incrustado incluso en su propia base parlamentaria- que, citando el verso de Cecília Meirelles, ejercía el poder sordo de los gusanos. La extrema derecha brasileña -instalada en el Congreso Nacional con diputados electos que eran pastores de iglesias neopentecostales; miembros o ex miembros de las fuerzas de seguridad (policía y fuerzas armadas); y con el diputado Bolsonaro, nostálgico declarado de la Dictadura Militar y vinculado a las milicias urbanas- fue y sigue siendo misógina y sexista. Por ello, no toleró a la presidenta y vio en su género la "debilidad" ideal para asestarle un golpe.

Resulta que esta extrema derecha es también y principalmente homófoba; de ahí que no tolerase mi presencia en el hemiciclo, con las mismas atribuciones que tienen los demás diputados. En consecuencia, la sexualidad y las cuestiones de género fueron la primera munición utilizada contra Dilma y contra mí.

En 2013, la oficina de Bolsonaro dio a conocer la primera noticia falsa promovida masivamente en las redes sociales, especialmente en Facebook, por pastores de las mafias neopentecostales, entre los que destacó Silas Malafaia: la noticia fraudulenta afirmaba que yo había defendido la pedofilia en una entrevista en la cadena CBN, del grupo Globo.

Por mucho que pienses, nunca tendrás idea de lo que es ser víctima de este crimen, de esta violencia. Solo, y sin entender realmente lo que estaba pasando, intenté contener la difamación a mi manera.

La CBN tardó seis meses en emitir un comunicado desmintiendo el meme, y sólo lo hizo después de muchos llamamientos por nuestra parte y porque ella mismo estaba siendo atacado por la misma mentira.

Antes de esta mentira, la oficina de Bolsonaro ya había seccionado un discurso mío para la televisión, sacándolo de contexto, para sugerir que yo había llamado estúpido al pueblo.

Lo anecdótico de estas dos historias es que, a fin de cuentas, fue Bolsonaro quien verdaderamente dijo que el pueblo era estúpido y quien, en un discurso homófobo ante la Comisión de Derechos Humanos, expresó la fantasía de "emboscar a los niños a la salida de la escuela", algo similar a lo que haría años después con las niñas venezolanas.

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Amigo y admirador de Bolsonaro, el exdiputado y diputado federal por el estado de Pará, Éder Mauro, acusado de liderar un grupo de exterminio en ese estado (él mismo se jactó en una sesión de la Cámara de Diputados de haber perpetrado varios asesinatos), adulteró criminalmente el video de una declaración mía en la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre el Exterminio de la Juventud Negra y Pobre para afirmar lo contrario de lo que yo decía, para sugerir que yo era el racista cuando, en realidad, se pasó todo el tiempo de la CPI insultando a los negros y a los pobres. Para entonces, la extrema derecha extraparlamentaria ya venía siendo dirigida por la batuta del astrólogo y farsante Olavo de Carvalho. Su máxima "Acúsales de lo que eres; di que hacen lo que haces" ya estaba en marcha.

Puse una demanda a Éder Mauro, y mi victoria generó una jurisprudencia que sigue siendo ignorada: la inmunidad parlamentaria no cubre la difamación, la calumnia y el intercambio de noticias falsas.

En la fatídica noche del 17 de abril de 2016, cuando la derecha tradicional, unida a esta ultraderecha criminal y sin escrúpulos, derrocó a la presidenta Dilma, tras escuchar a Bolsonaro dedicar su voto a un torturador e insultarme por enésima vez, le escupí instintivamente a la cara.

¿Qué ha hecho la extrema derecha en la Cámara (incluyendo ahora un miembro más de la familia Bolsonaro)? Manipuló criminalmente el vídeo de la sesión para llevarme al Consejo de Ética, a mí, que había reaccionado a la apología de la tortura, y no al apologista.

Los fraudes, las manipulaciones delictivas de documentos y las situaciones inventadas siempre han formado parte del modus operandi de la extrema derecha, y en particular de Bolsonaro

Cuando la secta política ya estaba casi totalmente formada, operando en redes digitales (grupos de WhatsApp y Facebook) y analógicas (las iglesias neopentecostales), y Bolsonaro ya se había convertido en el director de orquesta de estas corrientes malignas, consiguió que un miembro de la secta, que trabajaba en una agencia de la línea aérea TAM, me asignara un asiento en un vuelo Brasilia-Río. Me había preparado una trampa durante el vuelo; esa persona fue la última en embarcar y ya entró a con el objetivo de filmarme. Por suerte para mí, había un asiento vacío, al que me cambié. Sólo consiguió acosarme moralmente.

Repaso los hechos en los que participé para 1) dejar claro que el fraude, la manipulación delictiva de documentos y las situaciones inventadas siempre han formado parte del modus operandi de la extrema derecha, y en particular de Bolsonaro; 2) la tolerancia de las instituciones democráticas (la prensa en particular) a estos procedimientos delictivos por parte de los parlamentarios sólo porque fueron aplicados contra un hombre gay y una mujer, permitió a Bolsonaro fortalecerse como conductor de la ultraderecha, y permitió a la ultraderecha elevar el tono de sus procedimientos, lo que resultó en el cobarde asesinato de Marielle Franco, y la puesta en escena del "atentado con arma blanca" a Bolsonaro, que le permitió ganar las elecciones de 2018; 3) y, por lo tanto, no debería sorprender a nadie el intento de las campañas de Tarcíciso Freitas (ex ministro de Bolsonaro y candidato a gobernador de Sao Paolo) de fingir un atentado, aunque significara el asesinato de un inocente; y los esfuerzos de Bolsonaro por acusar criminalmente a las radios del Nordeste de no emitir su propaganda electoral.

La extrema derecha es criminal en todas partes. Cuando encuentra una personalidad tan resentida como sádica para ocupar el lugar de líder o "Mesías", se convierte en una secta diabólica que a menudo perpetra sus atrocidades en nombre de Dios.

Esto es el Bolsonarismo. Como cualquier secta, interpela a sus miembros basándose en sus debilidades, miedos, rencores y resentimientos. Una vez cooptado, el miembro de la secta se somete a un proceso de resubjetivación basado en sus propios prejuicios e ignorancia. Se convierte en un ser dispuesto a matar y morir por el líder. La cooptación se produce en diferentes clases y con personas de diferentes niveles educativos, porque la clave de la interpelación está en la fragilidad que presenta la persona.

A lo largo de estos cuatro años de gobierno de Bolsonaro, la batalla para evitar el crecimiento de esta secta política ha sido intensa. Si todo va bien, la democracia le pondrá límites el próximo domingo 30.

Y sólo entonces empezaremos a pensar en cómo fueron esos años bajo la hegemonía de esa secta. El novelista Frederick Forsyth, al referirse al nazismo, dijo que no creía que en la historia de la humanidad se encontrara con una secta tan enloquecida, y que apelaba "a los rincones más sórdidos del género humano". Pues si estuviera vivo, después de conocer el bolsonarismo, es seguro que cambiaría de opinión.

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