democraciaAbierta: Opinion

Cómo la constituyente chilena pasó de progresista a radical de ultraderecha

El partido del excandidato a la presidencia José Antonio Kast garantizó más del 35% de los 50 puestos para el consejo

democracia Abierta Manuella Libardi
10 mayo 2023, 3.41pm
Las elecciones de 7 de mayo marcan una victoria para Jose Antonio Kast y la ultraderecha
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Javier Torrer/AFP via Getty Images

Entre 2019 y mediados de 2022, Chile alcanzó el status de campeón mundial del movimiento anti-neoliberal. En solo tres años, el país vivió un violento estallido social pero tomó medidas audaces que sugerían que tenía las herramientas y la motivación social para sacar a Chile del círculo vicioso de desigualdad producido por las estructuras erigidas por Augusto Pinochet, que se mantuvieron intactas por décadas.

Observadores internacionales llegaron a conjeturar que Chile, la cuna del neoliberalismo, sería también su tumba. Se puso en marcha un complejo proceso constitucional liderado por independientes y la izquierda más progresista pero, al fracasar, en el lapso de algunos meses, el país se fue completamente para el otro lado. El septiembre del año pasado, los chilenos rechazaron rotundamente la nueva Constitución propuesta por la Convención Constituyente elegida popularmente.

Ahora, siete meses después, los chilenos eligieron una mayoría de extrema derecha para el consejo constitucional que tendrá el objetivo de volver a redactar una propuesta para reemplazar la Constitución de la era Pinochet. El domingo, 7 de mayo, el Partido Republicano – del excandidato radical a la presidencia José Antonio Kast – garantizó más del 35% de los 50 puestos del consejo, ganando así poder de veto. Junto al tradicionalista Chile Seguro, la derecha obtuvo el 56.5% de los votos. “Chile ha derrotado a un Gobierno fracasado”, celebró Kast.

Así, los grupos que se opusieron al proceso constituyente que empezó en octubre de 2020, cuando casi el 80% de los votantes decidieron que querían una nueva Constitución, serán ahora los principales responsables de redactar la nueva Constitución. En mayo de 2021, la ciudadanía dio la mayoría a candidatos de izquierda y progresistas, abriendo camino para una oportunidad histórica de darle un giro de 360º a las estructuras neoliberales.

Pero lo contrario se ha producido.

El surgimiento de la ultraderecha

Desde los años 80, Chile está asociado al movimiento neoliberal que prácticamente ha dominado la política occidental desde ese entonces. Lo que vemos ahora en el país es un alejamiento de esas políticas de centro derecha y un fortalecimiento de la derecha más radical. Lo interesante, sin embargo, es que las figuras que protagonizan ese cambio son las mismas, o son las herederas de las que han mantenido el status quo durante todas estas décadas.

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Los políticos chilenos se están subiendo a la ola de radicalización que toma a América Latina – y el mundo – en los últimos años. En este contexto, Kast surge como un vencedor aparentemente improbable, una vez que perdió las elecciones de diciembre de 2021 frente al izquierdista radical Gabriel Boric, cuya victoria también era muy improbable.

Pero el gobierno Boric se ha enfrentado a problemas que superan a sus ambiciones programáticas, lo que ha resultado en una popularidad de solo 25%. De cierta manera, el hecho que las elecciones presidenciales se celebraran paralelamente a la convención constitucional produjo una relación entre los dos eventos. Con insuficiencias de Boric, la nueva Constitución se vio interpretada como una extensión de su gobierno. Así, cuando los chilenos salieron a votar para aprobar o rechazar el texto constitucional, también salieron a demostrar su insatisfacción con la actual administración.

Boric, exlíder estudiantil, ganó popularidad durante las protestas masivas que empezaron en octubre de 2019. Aunque los chilenos tomaron las calles del país para protestar contra la desigualdad y el creciente costo de la vida – simbolizado por el aumento del billete de metro –, los ciudadanos pronto salieron a protestar contra las políticas que habían permitido que la situación llegara a ese punto.

El tema económico

Y fue aquí que la Convención Constitucional falló más pronunciadamente. Al poner todo el énfasis en temas progresistas innovadores, promover un abordaje académico, o enzarzándose en disputas internas e identitarias, los constituyentes se alejaron de las demandas que originaron el estallido social – esencialmente económicas y sociales.

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Boric también ha sufrido en su mandato justamente por no haber sido – hasta el momento – capaz de hacer frente a la precariedad económica que asola al país. En 2022, su primer año como presidente, la economía chilena experimentó una desaceleración económica más pronunciada que la observada en los países de la región y las proyecciones para 2023 no son muy alentadoras.

Frente a ese escenario, la extrema derecha – muy versada en tácticas populistas que han conquistado espacio a nivel mundial en tiempos recientes – ha apelado a las necesidades de la gente que sufre las consecuencias de una economía en declive.

La estrategia queda clara en el tuit de Kast luego de la victoria de su partido en las elecciones de candidatos constituyentes del último domingo. “Los Republicanos no tenemos nada que celebrar, porque nuestro país no está bien y hay demasiado trabajo por hacer. Pero hay esperanza”, escribió. Kast demuestra que la ira de la gente es justificada y se pone a sí mismo y a los suyos como la solución.

Con la derrota de la vanguardista Convención Constitucional, Chile se ha convertido en un experimento político desconcertante. El proceso constituyente sirvió de banco de pruebas para potenciales procesos constituyentes de ese tipo alrededor del mundo, que deberán aprender de los múltiples errores cometidos y rescatar algunos de los aciertos, que sin duda los hubo.

Chile tendrá una nueva Constitución, que fue la salida que la clase política encontró para canalizar el malestar de un estallido social masivo y violento que sacudió los cimientos de la sociedad chilena. La derecha tendrá todo el protagonismo en la redacción del segundo intento mientras que la izquierda debe hacer autocrítica para aprender de sus errores.

Ahora todo el espectro político tendrá que trabajar para conseguir un texto constitucional en el que quepan todos y que pueda ser redactado y aprobado este mismo año y que consiga inaugurar una nueva etapa en la democracia chilena. Pero con este resultado tan escorado a la derecha, no será fácil.

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