Lo que llama la atención es que el gobierno interino de Áñez utilizó la misma ley amplia y ambigua para emitir un orden de arresto a Morales en noviembre de 2019, acusando al popular exmandatario precisamente de terrorismo y sedición. La decisión fue condenada por la comunidad internacional por su arbitrariedad. “El expediente de más de 1.500 páginas contra Morales, al cual tuvimos acceso, no contenía ninguna prueba de que hubiera cometido actos que efectivamente pudieran calificar como terrorismo, argumentaron César Muñoz y José Miguel Vivanco, investigador y director ejecutivo de para las Américas de Human Rights Watch.
A través del mismo proceso, Áñez también investigó a más de 100 políticos del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS). “Su gobierno ha presionado públicamente a fiscales y jueces para que actúen en defensa de sus intereses, lo que ha llevado a investigaciones penales de más de 100 personas vinculadas al gobierno de Morales y simpatizantes de Morales por sedición y/o terrorismo”, Human Rights Watch argumentó en un reporte de septiembre de 2020.
En marzo de 2021, Muñoz y Vivanco volvieron a pronunciarse, esta vez para criticar el proceso abierto por los aliados de Morales contra Áñez, en el que se le acusa de los mismos crímenes. “Del mismo modo, los cargos de terrorismo contra Áñez, que también examinamos, carecen de fundamento”, concluyeron.
Los cargos contra Áñez se dieron a pesar de que Arce, luego de su victoria contundente en octubre de 2020, afirmó no tener interés en perseguir a la oposición. “No queremos revancha. Hay muchas cosas por hacer,” afirmó. También criticó la tendencia en Bolivia de usar los mecanismos de justicia como arma política. “No está bien judicializar la política. Afecta a la credibilidad de la propia justicia y las personas deben perder tiempo en juicios totalmente infundados”, dijo.
Para el analista político y abogado Gonzalo Mendieta, la condena de Áñez marca un nuevo capítulo en esa dinámica. Y lo ve también como un mal presagio para la región. “La democracia está en cuestión, no solo en Bolivia, sino en Latinoamérica”, argumenta.
Politización del poder judicial en América Latina
La tensión entre el Ejecutivo y el Judicial no es un fenómeno reciente en América Latina. Y tampoco es exclusivo a uno u otro lado del espectro político. Los izquierdistas Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, Cristina Kirchner, vicepresidenta de Argentina, y Pedro Castillo, presidente de Perú, han denunciado ser víctimas de persecución judicial, como también lo ha hecho la ultraconservadora Áñez.
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