Con su visita a China la semana pasada, Luiz Inácio Lula da Silva movió el peón de Brasil en el tablero del ajedrez político internacional. Aunque siga promoviendo una posición oficial de neutralidad, el presidente brasileño criticó el rol de Estados Unidos en la guerra rusa en Ucrania al defender que el gobierno Biden incentiva el combate al armar los ucranianos.
Las declaraciones de Lula reverberaron de forma negativa en Ucrania y en parte del Norte Global, que las interpretaron como un posicionamiento claro en apoyo a Rusia. En anticipación a su visita a China, Lula ya había sugerido que Ucrania cediera a Crimea para poner fin a la guerra. “Ucrania aprecia los esfuerzos del presidente de Brasil para encontrar una solución para detener la agresión rusa”, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania, Oleg Nikolenko. “Al mismo tiempo, debemos señalar claramente: Ucrania no comercia con sus territorios.”
El discurso de Lula en China incitó una respuesta aún más contundente de los norteamericanos, que argumentaron que Lula ha adoptado una clara oposición a Washington – lo que contradice su supuesta afirmación de neutralidad. No están equivocados. Lula de hecho parece más interesado en promover la inserción de Brasil como pieza fundamental en el reordenamiento de los poderes globales que en mantener su relación con su poderoso vecino del norte.
China frente a la ola anti-Estados Unidos en América Latina
El posicionamiento del mandatario confirma la tendencia regional de cambios geopolíticos que se alejan de la hegemonía de Estados Unidos. En este proceso, que arranca posiblemente con la elección de Andrés Manuel López Obrador en México en 2018, gana fuerza con Alberto Fernández en Argentina en 2019 y se consolida con la elección de Gustavo Boric en Chile en 2021, Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia en 2022, China juega un papel vital.
A principios del siglo, Estados Unidos desvió la atención de América Latina para centrarse en sus guerras en Afganistán e Iraq, lo que contribuyó para que la llamada Marea Rosa de líderes latinoamericanos cuestionasen su complicada e histórica relación con la potencia. La decreciente influencia norteamericana en la región no pasó desapercibida por China.
Entre 2000 y 2020, el comercio entre China y América Latina aumentó de US$ 12 mil millones a US$ 315 mil millones – es decir, se multiplicó por 26. Solo en Brasil, China pasó de una participación de casi el 2% de las exportaciones brasileñas en 2000 al 32,4% en 2020. En el 2000, China no estaba ni entre los cinco principales socios comerciales de Brasil. En 2022, China encabeza con una participación de más del doble de Estados Unidos, segundo principal socio comercial del país.
Estados Unidos sabe que necesita recuperar terreno perdido para China en su “patio trasero”. Por eso, aunque se pronuncie y critique a Lula, Estados Unidos no puede hacer mucho más, una vez que su relación con Brasil es una de las más importantes que tiene en la región.
Las aspiraciones diplomáticas de Lula
En este sentido, buscar la carga ideológica a las declaraciones de Lula en su visita a China es complicado. Pero el presidente brasileño podría haberse abstenido de posicionarse con relación a la guerra de Ucrania. Sin embargo, quedarse afuera del evento geopolítico más relevante de los últimos años tampoco interesa a las ambiciones diplomáticas de Lula para Brasil.
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